Magnífico Nadal. Era el título de la página web oficial de Wimbledon segundos después de la espectacular victoria de Rafael Nadal sobre Andy Murray por 6-4, 7-6 (8-6) y 6-4. Y el número uno mundial lo celebró sobre la hierba cuando su rival escocés mandó la última derecha lejos de la línea de fondo. De nuevo estaba en la final de su torneo más querido.

Dos años después de haber ganado el título, las puertas de All England Tennis Club se abrirán para él mañana (Canal +, 15.00 horas) por cuarta vez aunque esta vez no le esperará en la puerta el hexacampeón Roger Federer, el rival de las tres anteriores, sino el checo Tomas Berdych, que se estrenará en una final de Grand Slam al vencer a Novak Djokovic por 6-3, 7-6 (11-9) y 6-3. "Será raro no verle allí, pero a Federer ya lo habéis matado antes, no volváis a hacerlo", apuntó Nadal tras ganar un partido que catalogó como "la victoria más importante" de su carrera.

Nadal ha logrado grandes victoria y ha ganado muchos títulos importantes, pero para él volver a la final de Wimbledon era casi una obsesión desde que el año pasado tuvo que marcharse del club sin poder defender el título de campeón, hundido mentalmente y herido físicamente en sus rodillas. Desde que entró a la pista central de Wimbledon a dos pasos de Murray, aclamado por las 15.000 personas, su cabeza solo tenía una obsesión: ganar. Desde el primer peloteo, demostró que estaba dispuesto para la batalla de Inglaterra. Los primeros juegos fueron de tanteo y respeto. El mallorquín estaba dispuesto para una lucha cuerpo a cuerpo en la que se encuentra a gusto, en la que por mentalidad y convicción tumba a sus rivales.

VETERANIA Para llegar a ese punto había que aguantar el servicio y tener la paciencia para aprovechar el momento de dar el golpe. Nadal ya es un veterano en hierba y Murray pudo comprobarlo cuando le arrebató el servicio en el primer break point que tuvo. Resultado: 5-4 y saque para apuntarse la primera manga en 37 minutos.

Pero el momento decisivo del partido llegó en la segunda manga. Murray sabía que era fundamental no dejarla escapar para mantener vivas sus esperanzas. El escocés tuvo ocasiones para tomarse la revancha. Dos break points (15-40), los primeros que conseguía tras una hora y 10 minutos de lucha, con 4-3 en el marcador. La central se encendió por primera vez y la euforia de la afición que seguía el partido desde la colina próxima a la pista se escuchó atronadoramente. Pero duró poco. Murray jugó esos dos puntos a la defensiva y Nadal salvó la situación con valentía y arriesgándose.

DOBLE FALTA Y MIEDO Así llegó el punto que decantó la balanza definitivamente del lado del campeón. Fue en el tie break cuando Nadal cometió una doble falta que daba toda la ventaja a Murray. 6-5 en el marcador y dos saques a su favor. La central volvió a encenderse. Había partido y Murray tenía en su mano igualar el marcador. Pero sucedió lo que nadie podía pensar. La presión cayó de golpe sobre Murray y su poderoso brazo tembló. Necesitaba un buen primero servicio, pero la presión le pudo. Y no fue la del estadio sino la que le impuso Nadal con el resto.

El número uno devolvió de forma espectacular la bola y subió a la red para cerrar el punto con una volea magistral que dejó muerta a un metro de la red: 6-6. En el siguiente punto la cinta ayudó a Nadal para tomar ventaja con un passing shot ante la desesperación de Murray: 7-6. Y, en el siguiente, Nadal ya con el saque en su poder, no perdonó: 8-6. "No sé si ha sido el momento decisivo, pero sí que ha sido vital para ganar el segundo set, de lo contrario suponía volver a empezar el partido de cero", destacó Nadal.

DESTROZADO Y ADMIRADO Murray intentó reaccionar, pero de nada le sirvió romper el saque de Nadal al inicio del tercer set. Mentalmente estaba hundido. Su cabeza daba vueltas a la oportunidad perdida y en cuanto se acercó el momento de decidir el partido, el mallorquín le arrebató los dos últimos servicios. "Estoy destrozado", admitió hundido y con los ojos llorosos, pero reconociendo el mérito de su rival: "Nadal es el jugador con el que más disfruto viendo jugar". Ayer, seguramente, no.