La copa que paseaba ayer por la noche Rafael Nadal, esa que mordía sobre la pista, esa con la que retrataban las cámaras y con la que comparecía en la sala de prensa, no es la que llevará a su casa. A Mallorca, al cuarto de trofeos que admite aún "un poquito desordenado" pero en el que va trabajando "poco a poco", viajará una réplica. Pero el triunfo que representa es el mismo. Tras dos semanas de esquivar hablar del sueño hasta que no se hiciera realidad, Nadal podía ya abordar el tema. Y decir, por fin, que esa copa representa "una victoria muy especial: es la que quedaba".

Se siente "honrado" de que conquistarla le haya incluido en la lista de ganadores de los cuatro grandes, una elite ahora con siete nombres, de la que dice que nunca soñó formar parte. Pero promete también que nada cambia. "Seguiré con la misma humildad, trabajo e ilusión".

Sí hay cosas que altera la victoria en Flushing Meadows, lograda con el partido que él, siempre extremadamente modesto, ayer reconocía como "el mejor" que ha jugado nunca en el Abierto estadounidense, "y en el momento más oportuno".

Estado de gracia

Confirma que su tenis se encuentra en estado de gracia, "mejorado pero no cambiado radicalmente". Ha mostrado una nueva fuerza en el servicio ("si consigo seguir sacando así será un gran cambio en mi carrera"). Y pase lo que pase en lo que queda de año, pone un broche de oro perfecto al fin de temporada, precisamente la época que siempre se hacía más dura para él aunque, con el triunfo de ayer, "ha empezado a ser un poco menos difícil".

El ejemplo más cercano de esas dificultades era la segunda mitad del año pasado. "Problemas personales, muchas lesiones, primero con las rodillas, con el abdominal en Nueva York...". Él mismo hacía la letanía, pero encontraba forma de no hacerla trágica. "Sin duda no es bueno tener esos momentos pero vivirlos, al mismo tiempo, sí lo es, porque después, cuando vuelves, estás listo para valorar lo difícil que es ganar títulos y estar todo el tiempo ahí (en lo más alto de la clasificación mundial). Cuando ganas y ganas ¿continuaba¿ por momentos olvidas lo difícil que es esto".

Uno de los grandes

"Hace 10 meses ¿contaba en otro momento¿ parecía que yo nunca iba a volver a ser el mismo. Ahora, parece que voy a ser uno de los más grandes. Pero yo no pienso que fuera tan malo entonces ni tan bueno ahora. Siempre en el término medio ¿no?"

Sí, en el término medio, con los pies en la tierra y con el mismo objetivo de siempre: "Seguir mejorando" y sentirse el año que viene mejor jugador que este, sabiendo que "sentirse mejor no es siempre ganar" y dejando claro sus límites ("no soy el jugador perfecto"). Así piensa Nadal, que a lo que sigue resistiéndose es a entrar en el juego de comparaciones con Roger Federer. "Hablar de si soy mejor o peor es estúpido ¿decía ayer¿. Los títulos dicen que él es mejor. Para igualarlo quedan muchos. Y yo estoy más que feliz con los títulos que yo tengo".

Más serían bienvenidos, pero no es cuestión de vida o muerte. "Siempre he tenido los pies en el suelo, y no por ganar o perder hoy me va a cambiar la vida", decía cuando alguien le preguntaba por su felicidad contenida. "Soy un superprivilegiado. Casi todo lo que me ha pasado en la vida es bueno. Solo puedo dar gracias a la vida".