Con una mezcla de cansancio y felicidad los componentes de la selección española de balonmano llegaron entre aplausos y abrazos al aeropuerto de Barajas en Madrid, con sus medallas de plata europeas sobre el pecho tan sólo 18 horas después de haber perdido la final frente a Francia en Zúrich.

"Estamos cansados y felices. Es una mezcla extraña, porque todo el mundo quiere ganar una final, pero ha sido tanta la tensión acumulada durante tanto tiempo que el último día explotas y te das cuenta de lo que has conseguido, que es muy importante", expresó el portero José Javier Hombrados.

El seleccionador Juan Carlos Pastor fue un paso más allá: "Cada hora que pasa valoro más esta medalla de plata". Tres cabezas rapadas por un apuesta (Garralda, Chema Rodríguez y Rocas), rostros extenuados (Garabaya) dos hombres con cojera por lesión, Barrufet con una rotura fibrilar e Iker Romero con sobrecarga en la rodilla, y las sonrisas fueron las notas sobresalientes en la expedición.

El equipo en pleno escenificó casi el mismo ritual e idéntico cántico que hace un año tras llegar de Túnez, en la sala de prensa del aeropuerto: "Pastor renovación, Pastor renovación...", fue el grito unánime del equipo, alentado por el cuerno que hizo sonar el capitán David Barrufet.

"La satisfacción es general. El domingo es cierto que estábamos afectados por no haber podido ganar la final, pero hay que valorar la plata, pues es difícil seguir ahí", recalcó Pastor.