Coordinador de deportes de la

Diputación de Cáceres

Conocí a Alvaro Lozano al principio del verano de 1999, recién comenzada la legislatura y su responsabilidad sobre la concejalía de Deportes de Navalmoral de la Mata. Dábamos, entonces, los primeros pasos en la organización de la trigésima edición del Gran Premio Cáceres de campo a través.

Las primeras impresiones me situaban frente a una persona muy alegre, optimista, extrovertida. Las impresiones posteriores confirmarían las primeras y se añadirían las de trabajador, honrado, poco político y sobre todo enamorado de Navalmoral de la Mata.

Su vinculación al mundo del deporte, como entrenador de baloncesto y médico de la selección española juvenil, en el pasado, facilitó con prontitud la buena química y colaboración institucional en beneficio de los proyectos para Navalmoral y su comarca, a la que siempre tuvo presente, sobre todo cuando hacía referencia al uso de la pista de atletismo y la piscina climatizada, y que llevó al terreno de los hechos con la organización de los Juegos del Campo Arañuelo.

Entendió perfectamente el papel que en el apartado del deporte le corresponde jugar a Navalmoral, favoreciendo la presencia de eventos y actividades: Gran Premio Cáceres de campo a través, partido del Cáceres CB, creación del Cross de Navalmoral, con la consolidación de su circuito, campaña de iniciación al Atletismo con los centros escolares y su traslado en autocar hasta las pistas, y otros relacionados con el Ajedrez, la Natación, etc, algunos confirmados con anterioridad a su gestión pero realizados con total ilusión y dedicación.

Alvaro se implicó en el arreglo de la pista de atletismo, dotando de césped el rectángulo de juego e iluminándola para permitir su uso intensivo; animó con su apoyo económico y moral al incipiente equipo de esta especialidad, acompañandolos en algunos desplazamientos, entre ellos el pasado mes de diciembre al cross de Sonseca, y comprobando in situ el notable nivel alcanzado por los paisanos. Tuvo tiempo para reivindicar la construcción de un nuevo pabellón, más grande y confortable, por considerar el actual indigno de una población como Navalmoral.

Trabajó con gran entusiasmo, y escasa suerte, por el reconocimiento de los gestores y deportistas locales, impulsando las Galas del Deporte en un intento de aglutinar y poner en valor lo propio. Encontró cierto premio en su tarea, con la satisfacción que llegó desde la Junta de Extremadura y los Premios del Deporte al concederle a Navalmoral el correspondiente a la mejor entidad local del año 2000, que, ironías del destino, no pudo recoger, acompañando a la alcaldesa, por el empeoramiento en su estado de salud.

Contra la traicionera enfermedad luchó desde el coraje, con optimismo y entereza, siempre con la sonrisa en los labios y alguna anécdota simpática que contar, como echándole un pulso, sabiendo que estaba ahí pero anteponiendo los intereses de los vecinos a sus problemas médicos; facilitando en buena medida, esta actitud, esta generosidad, que fuera a más, concediéndola metros y descuidando claramente su salud.

Se ha ido una gran persona, que me honró con su amistad, alguien que en muy poco tiempo dio muchas muestras de valía y capacidad. Quedan sus obras y su recuerdo. Y su permanente alegría. Descanse en paz.