Accionista del Cacereño y abogado

Trataré de expresar en estas líneas la situación del Cacereño, ahora convertido en S.A.D., y como consecuencia sometido a los inconvenientes que la misma tiene, que además se agudizan cuando el capital social recae prácticamente sobre una persona, y cuyos intereses --me temo-- no coinciden con los de aficionados y seguidores.

La transformación de los clubs en sociedades anónimas deportivas solo están trayendo problemas a lo que se considera el deporte rey y por ende a sus seguidores, que se convierten en sufridores en muchas ocasiones por el amor que sienten hacia los colores que le representan. Para no irnos muy lejos solo tenemos que echar un vistazo en nuestra comunidad autónoma para comprobar los prejuicios que conlleva el ser una S.A.D.: el Mérida desapareció (aunque ahora exista otro equipo que tuvo que comenzar de cero), el Badajoz está a punto de desaparecer, y a nivel nacional casos como el del Atlético de Madrid, conocido por todos, así como Racing Santander y prácticamente la mayoría de clubs de fútbol que se convirtieron en sociedades anónimas deportivas, ya que las mismas no están cumpliendo el fin para el que se crearon, que no era otro que el de establecer un modelo de responsabilidad jurídica y económica ante las acuciantes deudas de los clubs, y sí por el contrario están sirviendo para que especuladores que dicen arriesgar su dinero se aprovechen de ellas, además de tener la cara dura de pedir subvenciones a las Administraciones, ¡pero no es que son sociedades anónimas y ustedes sus propietarios!. Juegan con el sentimiento de muchos aficionados que se creen que su equipo aún les pertenece y así debería de ser, pero legalmente no.

El equipo y sus fieles aficionados no son ajenos a estos problemas y en nuestro caso ¿por qué?, si el Cacereño no necesitaba convertirse en S.A.D., la respuesta bajo mi punto de vista a esta pregunta es muy sencilla: a pesar de no estar obligado por Ley ni tener ninguna necesidad, dicha transformación solo ha obedecido a intereses particulares y económicos que nada tienen que ver con el deporte.

Apareció un buen día un señor llamado Félix Campo que algunos proclamaron como el salvador o mecenas del histórico Cacereño, persona que a la postre se convertirá, si nadie lo remedia, en el enterrador del mismo. Todo empezó con una operación maquiavélica para hacerse con los mandos del CP Cacereño, compra de los créditos que el club tenía contraídos con el expresidente (con el que ahora anda de pleitos), nombramiento por parte de éste como miembro de la directiva para que posteriormente se erigiera en presidente una vez llegado a un acuerdo entre ambos, sin tener valor de que los socios dieran su veredicto en las urnas para ratificarlo o elegir a otro posible candidado, (recordemos que por aquel entonces todavía el régimen jurídico a aplicar era el de club deportivo); continuó con una primera asamblea allá por abril del 2000 donde se dio el primer paso para que los socios, engañados en casi su totalidad por no decir todos (se dijo, por parte de algunas personas que representaban los intereses de los nuevos mandatarios, que el patrimonio del Cacereño, o sea, bingo y estadio con sus terrenos aledaños, pasarían a una fundación antes de constituirse la S.A.D., y se les contara que eso sería la panacea y que no en pocos años se estaría jugando con la élite), aprobaran la conversión en S.A.D. La mayoría no era consciente del alcance de esa decisión, ya que la misma determinaba una vuelco en el régimen jurídico a aplicar y, si todo seguía su curso, el Cacereño pasaría de ser de todos sus socios y aficionados a ser del que a la postre, ya se vislumbraba por aquellas fechas, el mayor y casi único accionista; a esto le siguió un proceso de conversión oscuro, con asamblea de socios en el mes de julio (para que no acudiera nadie, a finales de julio ya se sabe), no poniendo a disposición de los mismos la documentación exigidas para llevarla a cabo y una auditoría que excepto los números finales nunca vio la luz; redacción de un nuevo estatuto, que espantaba a que el socio comprara unas cuantas acciones, pues el mismo prescribe lindezas, como que el accionariado minoritario (menos de 10 acciones) no pueden ir a la junta general de accionistas, ni siquiera como oyentes. Después de conseguir la susodicha conversión en S.A.D. se empieza a ver el verdadero objetivo de sus mentores, el cual creo que no es otro que el de lucrarse con el patrimonio preexistente (bingo, estadio Príncipe Felipe y terrenos aledaños) del CP Cacereño, ya sea, como se ha podido percibir esta última semana mediante la venta del mismo sin bingo y sin estadio, aunque jurídicamente, señor accionista mayoritario me temo no sea viable, o bien pudiera ser de otra manera, ya que aquí se da una circunstancia curiosa al coincidir accionista mayoritario y prácticamente único acreedor de la S.A.D. en la persona del señor Félix Campo.

Hay multitud de hechos que sostienen lo anteriormente expuesto, solamente hay que bucear un poquito en la historia del CP Cacereño y ver lo sucedido en los tres años y medio que lleva al frente. Prometió llevar al Cacereño a Segunda A en dos años y lo que hizo fue bajarlo a Tercera, en la segunda temporada, con un presupuesto inusual para la categoría, por excesivo (había que engordar el capital social de la futura S.A. no fuera ser que entre 4 socios se pusieran de acuerdo y le chafaran el invento), y se hizo el más espantoso de los ridículos. Desde dentro, el entrenador (Campillo) dijo que se le hacía la cama y no se quería ascender. Llega la temporada 2001/2002 y se asciende, pero como el entrenador Angel Marcos no traga, no se le renueva y se trae a otro que, como no alinea a su hijo de portero, lo destituye, y por último trae a un técnico (que aunque bueno) se convierte en su fiel servidor y que a pocos partidos del final empieza a hacer cosas raras y el equipo queda fuera de liguilla.

Al señor Félix Campo no le interesa el Cacereño en absoluto. El, y lo ha dicho en varias ocasiones, ha venido a hacer negocio, lo que no ha dicho es cómo, pero se le ve de lejos. Ha convertido un símbolo de Cáceres en un ´cortijo´ propio y ahora como excusa dice que no tiene apoyos ¿es que hace 3 años los tenía? ¿Acaso iban más de 1.000 personas al Príncipe Felipe?

Señor Campo: las S.A.D. tienen un objeto social muy claro, prescrito por ley, y este es la participación en competiciones deportivas de carácter profesional y, en su caso, la promoción y desarrollo de actividades deportivas; no teniendo por el contrario el carácter u objeto mercantilista y lucrativo que tienen las S.A. al uso y que usted quiere dar a un club de fútbol, en este caso el nuestro, el de todos los cacereños.