Por si había alguna duda de lo que supondría unir al mejor piloto con la escudería más fuerte, por si alguien recelaba de la fortaleza de esta alianza, Fernando Alonso y Ferrari finiquitaron la discusión a la primera. No han dejado lugar a la especulación. Se buscaron desde hace años, se quisieron en la distancia y, por fin, se han unido para gloria mutua. La victoria de ayer en el Gran Premio de Bahrein ya figura estampada en la primera página de su libro de familia, adornada con un doblete, coloreada por una remontada del bicampeón desde la tercera posición, con un brillante adelantamiento a Felipe Massa, con un concienzudo hostigamiento a Sebastian Vettel que también culminó en triunfo, en himno, en fiesta.

Alonso ha llevado talento, profesionalidad, trabajo y alegría, mucha alegría, a Ferrari. Y en la scuderia ha encontrado un potencial tecnológico y un grupo humano capaz de hacerle sentir en casa, y sobre todo, darle un gran coche, incluso cuando hay que cambiar el motor pocas horas antes de la carrera, aunque fuera por precaución. "Han ido corriendo de un lado a otro, apenas han dormido... han hecho un gran trabajo", reveló el bicampeón asturiano.

MANIOBRA LIMPIA Alonso estaba en deuda. Le corroía además la sensación de una calificación "no muy buena. Estaba tercero y no me hacía nada feliz. Por eso la primera curva era muy importante". La salida era su oportunidad de enderezar las cosas. "Tened cuidado entre vosotros, chicos". Ese fue el mensaje de Stefano Domenicalli, el capo del equipo. Ya veía venir la situación. De tocarse nada, vale pero atacar, por su puesto. "Salía por la parte limpia y tuve una arrancada mejor que Felipe".

Le cogió el rebufo durante unos metros, Massa le sintió en su cogote y tapó el interior de la curva. No se esperaba que Alonso arriesgara tanto. En realidad fue el único que se la jugó en la frenada, con el coche cargado de gasolina, con 165 kilos más a sus espaldas. La frenada fue perfecta. Se emparejó con Massa al girar en la primera curva ía la derecha-- y después, en la segunda --de izquierdas--, se encontró en la parte de dentro para acabar de superar a su compañero en una maniobra tan limpia como brillante.

FORZAR LA ROTURA Sebastian Vettel impuso un ritmo tremendo. Alonso pudo seguirlo, pero ni soñar con adelantarle. En el box de Ferrari calcularon 20 vueltas para el cambio de ruedas. Pero las primeras sustituciones en otros pilotos evidenciaron una mejora de casi dos segundos en las primeras vueltas con las ruedas duras. Por ahí había una oportunidad de limar los cuatro segundos que tenía de desventaja. Si adelantaban tres o cuatro vueltas la parada, Alonso podría adelantar a Vettel en el pit lane . Pero Red Bull se olió la jugada. Alonso se detuvo en la 16 y Vettel se cubrió las espaldas al entrar en el siguiente giro.

Así que al bicampeón solo le quedó presionar al joven alemán de 22 años hasta la extenuación. "Sabíamos que había que meterle presión, porque aquí los coches van al límite", reveló Alonso. Y encontró el premio. Para mantener la distancia con el Ferrari, Vettel se vio obligado a rodar al límite, subiéndose por los pianos, donde dañó los escapes que Adrian Newey ha situado para aprovechar sus gases como refuerzo del chorro de aire canalizado por el difusor.

El rendimiento del propulsor Renault se resintió con el escape dañado. Y Vettel fue adelantado por Alonso, aunque Massa y Hamilton también se aprovecharon del trabajo del asturiano para completar el podio.

Ya líder, fue el momento de controlar, de marcar la vuelta rápida para advertir a Massa que no intentara seguirle. Fueron, posiblemente, las vueltas más gratificantes del último año y medio. Vestido de rojo, como no.