Cuando salieron de estampida para tomar las mejores posiciones en la pista en cuanto se abrió la verja del All England Tennis Club, ninguno de esos espectadores podía imaginar que iba a asisir a otro partido espectacular de Rafael Nadal en Wimbledon. A la remontada perfecta. Un partido de octavos en el que el finalista del año pasado tuvo que superar dos sets en contra antes de derrotar al ruso Mijail Youzhny por 4-6, 3-6, 6-3, 6-1, 6-2 y 6-2 tras luchar durante 3 horas y 5 minutos.

"Ustedes están en la pista número 2 de Wimbledon. Quiero pedirles que desconecten sus móviles y que respeten este lugar. Este torneo es uno de los acontecimientos más importantes del mundo. Les advierto que solo pueden entrar y salir de la pista durante los descansos. No olviden que los asientos no están numerados y hoy va a jugar Nadal. Si salen es posible que no puedan volver a entrar". Dijo en voz alta y clara, como habría hecho un trobador de la Edad Media, un miembro del torneo a los 2.192 espectadores que abarrotaban las gradas de la pequeña pista, conocida por los jugadores como el cementerio por la cantidad de favoritos que han caído en ella.

PISTA ESPECIAL El aviso no hacía falta. El público habría aguantado una tormenta de rayos y truenos sobre ellos sin pestañear. Ninguno pensaba salir de allí si no era en silla de ruedas, como le pasó a una espectadora que se desvaneció al inicio del segundo set. Muchos de ellos se habían pasado un día entero haciendo cola a la entrada del club para tomar la mejor posición en las pistas externas donde inicialmente en la segunda semana de torneo no está previsto jugar un partido del nivel que iban a ver por solo 15 libras (22,5 euros) ya que en la segunda semana del torneo casi todos los partidos de individuales se disputan en la central y en la pista número 1.

Para Nadal era una novedad jugar allí. En el 2005 y en el 2006 no había salido de las dos pistas principales en todo el torneo. Ayer, al ir retrasado de ronda, los organizadores optaron por hacerle jugar en el primer turno para evitar que una suspensión por la lluvia, como sucedió después, impidiera acabar su partido y forzara definitivamente a trasladar la final masculina al lunes, ante la imposibilidad de recuperar el desfase de partidos de la zona baja del cuadro masculino.

Y ayer, durante la primera hora y media, también pareció que iba a ser el cementerio de Nadal. Y cuando todo parecía perdido, Nadal cambió su cara. Se golpeó rabioso la pierna con su puño, negándose a marcharse de allí. "He jugado con más velocidad y ritmo y he acabado jugando el mejor partido de tenis de mi vida en hierba", decía feliz tras alcanzar los cuartos de final.