Si la afición del Barça estaba inquieta por una de las dos cuestiones que arrojaba incertidumbre sobre el inmediato futuro del club --la continuidad de Pep Guardiola y la fecha de las elecciones a la presidencia--, ya tiene un motivo menos de preocupación. El principal, a tenor del runrún que provocaba el vencimiento del contrato del técnico el 30 de junio. Guardiola garantizó ayer que seguirá un año más al frente del equipo. Dio su palabra. A Joan Laporta, el presidente, que tanto ansiaba anunciar su continuidad, pero principalmente a la hinchada y a la plantilla, que esperaban de forma unánime la noticia de que el hombre de los milagros (seis títulos en un año, el primero del mundo que lo logra) seguiría sentado en el banquillo.

Guardiola está virtualmente renovado, pero no hay contrato que lo demuestre. Solo un apretón de manos. "He dado mi palabra al presidente y espero que sea suficiente", dijo el técnico. "La palabra es ley", rubricó el presidente para responder a la pregunta sobre si Guardiola debería cobrar una indemnización en el supuesto de que el próximo presidente prescindiera de sus servicios. Guardiola lo negó con la cabeza. El pacto presentado ayer, por tanto, deberá ser refrendado por el vencedor en las urnas de unas elecciones que todavía no tienen fecha. Ese debate, de menor importancia, será vigente por unos días. Hasta que quieran Laporta y su junta.

GESTO DE GENEROSIDAD La novedad más sustancial del anuncio hecho público ayer, de urgencia, es que Guardiola quiso zanjar el tema principal de debate en el Barça. "Habría preferido decidir a final de temporada, pero había llegado un momento en que preguntaban a todo el mundo y eso incomoda", explicó el técnico, que aplicó el lema electoral que acuñó la candidatura de Laporta en el 2003: Primero, el Barça . Fue un gesto de generosidad de Guardiola, que quiso evitar en lo sucesivo que siguieran interrogando a los jugadores y al presidente sobre qué determinación tomaría el entrenador.

Guardiola prefería esperar porque conoce la casa y sabe que "lo que es obvio hoy puede no serlo en tres o cuatro meses, una eternidad en el fútbol". La "obviedad" es que es el mejor entrenador que puede tener el Barça a juicio de todo el mundo, pero que una cadena de malos resultados o una temporada sin títulos podría hacer discutible que permaneciera en el cargo.

INTERPRETACION DISTINTA "Lo que hemos hecho no da ningún derecho a continuar. La unanimidad que hay es por los títulos que hemos logrado. El prestigio te lo tienes que ganar día a día", argumentó. En cambio, la interpretación de Laporta fue distinta. "No podíamos estar más tiempo sin dar esta noticia que ilusiona a todos", dijo el presidente, con prisas, nada más sentarse en la sala de prensa del Camp Nou.

"Los candidatos se ahorran la preocupación de buscar entrenador", añadió luego Laporta. que se salió con la suya --presentar por segunda vez a Guardiola, al lado de Rafa Yuste, el directivo de la parcela deportiva , y de Txiki Begiristain, el secretario técnico-- pero no en los términos que esperaba. A pesar de admitir "solo tengo firma hasta el 30 de junio", su oferta traspasaba esa fecha límite. "Le propuse una renovación más amplia, pero me hizo unas reflexiones acertadas admitió. "La oferta era mucho más generosa", corroboró Guardiola. El acto fue, casi, tan concurrido como el de la presentación original, la del 17 de junio del 2008. Entonces se discutía la idoneidad de Guardiola. Ahora no.