Estas dos últimas semanas, José Marco parece haberse metido en una máquina del tiempo. Después de diez años aquí y allá como profesional del baloncesto, ha vuelto a casa de sus padres, Antonio y Asun, en Murcia. El jugador del Cáceres Patrimonio de la Humanidad busca el calor del hogar para recuperarse del todo una trombosis que sufrió hace apenas un mes en la zona del brazo y la clavícula derechas.

Está «perfectamente», como dice él, pero está a la espera de ser operado para volver a poner el reloj a cero y «en tres o cuatro meses estar jugando otra vez». «Estoy como si no tuviese nada, pero me quiero operar ya. Será la semana que viene o la siguiente», afirma, con cierto desenfado.

Dejando de lado su habitual coquetería («no veas qué pintas tengo ahora, sin afeitarme y con el pelo largo»), si para algo positivo le ha servido el inesperado problema es para centrarse en los estudios. El próximo 27 de marzo cumplirá 28 años e intenta terminar Ciencias del Deporte. «Hago una vida normal. Me levanto temprano, me paso la mañana estudiando y algo a la calle si hay que hacer alguna cosa. También veo mucho fútbol -está ‘enganchado’ al Comunio--, baloncesto, series… Todo a la espera de operarme», cuenta.

No se le tiene prohibida la actividad física y puede trotar o montar en bicicleta, pero debe evitar implicar la zona conflictiva hasta que pase por el quirófano. Atrás queda el susto monumental cuando parte del brazo se le puso de un color rojo oscuro. «Lo sentía con un poco de tensión, pero no dejaba de ser una simple molestia. De cuerpo siempre estuve perfectamente. Estaba convencido de que el día siguiente jugaría contra el Oviedo», recuerda.

Las dudas

Para Marco, «cuando te dicen que tienes un ‘trombo’, piensas en cosas malas y más graves. Después te lo explican y te haces pruebas y no tengo ningún problema. El trato en el hospital de Cáceres fue perfecto». En aquellos primeros momentos se le pasaron muchas cosas por la cabeza: «Me preocupó mucho por mis padres. Yo sabía cómo estaba de verdad y estaba tranquilo, pero la gente de fuera… Les llamas y les dices que tienes un ‘trombo’ y es un golpe duro. Había que suavizarlo».

Su ‘no’ es rotundo si se le cuestiona por si dejará el baloncesto. «He hablado con médicos. No hay ningún problema en seguir jugando y en hacer vida normal. Ha habido bastantes casos como el mío. Quizás no gente muy famosa, pero sí deportistas de alto nivel. El problema sería si tuviese algún problema circulatorio, propio de mi cuerpo. Sin embargo, es algo circunstancial. Nada indica que pueda recaer».

En julio pronostica que estará en disposición de seguir repartiendo asistencias. «En Cáceres estoy bien. Me gustaría seguir», confiesa. A sus compañeros los sigue de cerca. «Los dos partidos de Prat y Castellón eran clave para marcar el final de temporada. Se ganaron y ahora se puede mirar mucho más a entrar en el ‘playoff’ y no en la permanencia. Jugaremos con más tranquilidad y si ganamos en casa, ¿por qué no se puede entrar entre los nueve primeros? El objetivo de la salvación ya está muy cerca», analiza, con el ojo especialmente puesto en su compañero de posición, Guillermo Corrales. «Ha dado un paso importante. El club le dio la confianza de estar solo dos bases, no como el año pasado. Ha respondido bien y está haciendo una gran temporada».

Termina la charla y Marco debe volver a los libros. En su fuero interno, con lo que sueña es con coger otra vez un balón de baloncesto.