Qatar, el país de los prodigios, la mansión de las mil y una noches, el desierto del que emana el mejor gas natural del mundo, la tierra donde los ricos se tunean los Mercedes, los Audi y hasta los Rolls Royce, fue ayer el escenario de un gran duelo. Los 3.291 motards o simples curiosos que se dieron cita en el circuito de Losail disfrutaron de un gran espectáculo y se enteraron de algo que sabían muy pocos: el Mundial de MotoGP será el más disputados de los últimos años, contrariamente a lo que todos se creían.

PELEA GENERACIONAL Puede que lo vuelva a ganar Valentino Rossi (Yamaha), puede que sea la mejor manera de despedirse para dar el salto a la F-1 ("mis rivales desean ansiosamente que dé ese paso", dijo el viernes), puede, pero le va a costar mucho más que los otros siete títulos conquistados. Mientras, en las otras dos categorías, hay dos tipos con mucho futuro y condiciones que parecen haber puesto pies en polvorosa. Alvaro Bautista y Jorge Lorenzo, ambos con Aprilia, ganaron con autoridad las carreras de 125cc y 250cc, respectivamente. Más o menos como hicieron en Jerez. Ellos, como el Doctor , podrían convertirse en los jefes de este circo. De momento, no hay quien les tosa.

Se apagó el semáforo y se hizo la luz. Desaparecieron los focos y emergió el estruendo. Todos rugían como leones, aunque había en el grupito de salida un montón de cachorros, todos con las uñas afiladas. Se escapó Casey Stoner (Honda), que quería batir el récord del norteamericano Freddie Spencer y convertirse en el ganador más joven de la

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