Cuando los jugadores del Barça enfilen esta noche el túnel de vestuarios se encontrarán frente a frente con un pequeño cartel: "This is Anfield". Una leyenda imperecedera que los colegas del Liverpool tocarán con la mano en busca del último aliento. Si, "This is Anfield", y aquí nada menos el Bar§a se juega la vida, el to be or not to be en la Champions, el pase a cuartos. Mal sitio para salvar el pescuezo o, según se mire, el sitio ideal para una gesta, el escenario perfecto para echarle el pulso a una historia que parece escrita, a un destino que conduce al campeón a un final fatídico.

Rebelarse contra esa condena ha dejado de ser una misión casi imposible para un equipo que, cada hora que pasa, se convence un poco más de que nada está perdido. No es solo un mensaje obligado. Es una epidemia de confianza que ha ido contagiando a cuantos esperan vivir hoy una noche para recordar.

"Hemos de jugar un partido casi perfecto para pasar, pero podemos hacerlo", proclamó Puyol. Es una obsesión que ha dejado hueco incluso a la superstición. El equipo ha elegido jugar con el uniforme amarillo, el equipaje que le acompañó el año pasado en toda la Champions (Bremen, Atenas, Udine, Londres, Lisboa y Milán) hasta llevarle a París. Todo un símbolo.

Respeto inglés Tal vez, son los pequeños gestos como este los que deciden el destino. Tal vez, no. Quién lo sabe. Tal vez, el amarillo tan repudiado en otros escenarios, tan despreciado por otros artistas, le eche una mano a Ronaldinho, y a Etoo, y a Messi, y a Iniesta y Xavi, si es que ellos necesitan ayuda. Tal vez, vestidos de amarillo, recuperen el espíritu de hace un año y todos vuelvan a ser los que eran cuando, cerca de aquí, en Stanford Bridge, le dieron una lección a Mourinho.

El Liverpool no es el Chelsea, desde luego, pero hoy juega con ventaja. El 1-2 de la ida es un colchón para estar tranquilo. O debería serlo. Pero incluso sin ser el que era, el Barcelona da miedo. Mucho miedo.

"Sería un suicidio entrar relajados pensando que el trabajo ya está hecho. Hemos de olvidarnos del resultado del Camp Nou", advirtió el capitán Steven Gerrard, rendido al Bar§a, "el mejor equipo de Europa en los últimos dos años". Rafa Benítez, que lleva días mirando vídeos y más vídeos, estudiando del derecho y del revés, les ha avisado.

"El Barça puede marcar dos goles, por eso hemos de salir con la mentalidad de ganar", dijo el técnico, que apeló al factor campo como una de las claves.

Mientras, Frank Rijkaard advirtió a su colega Rafa Benítez en el banquillo que "quizá no sepa nada" sobre lo que el conjunto azulgrana hará en Anfield, y se mostró convencido de que el Bar§a "tiene equipo para sorprender" a los reds .

"Para mí es estupendo jugar contra un entrenador que ya lo sabe todo, pero alguien que dice saberlo todo es que sabe muy poco", respondió el holandés Rijkaard cuando le dijeron que el español Benítez había anunciado horas antes que le daba igual el planteamiento táctico del rival, porque el Barça siempre juega al ataque y, por lo tanto, no creía que pudiera sorprenderle en este vital choque.