Dio a Toro Rosso la primera victoria en la historia de la escudería y cinco meses después inaugura el palmarés de Red Bull. Sebastian Vettel dinamitó los récords de juventud de Fernando Alonso y ahora puede poner en peligro los de Lewis Hamilton porque, sobre el encharcado circuito de China, desde lo más alto del podio de Shanghái, proclamó que es tan candidato al título como cualquier otro.

El chico desde luego que vale mucho, y el coche, esa maravilla diseñada por Adrian Newey, confirmó su potencial con el segundo puesto de Mark Webber. Dejaron por detrás a los dos Brawn, a los McLaren y también a Fernando Alonso, que entre la mala suerte, los errores del equipo y los propios, finalizó noveno, otra vez sin puntos.

Y cuesta creer que Vettel venciera con autoridad, mientras que Alonso, con el que compartía primera línea en la parrilla, se descolgara hasta la novena plaza. Todo comenzó con una errónea interpretación de la estrategia, absolutamnete.

Con gasolina para 10 o 12 vueltas, tres menos que Vettel, en Renault se precipitaron una vez que el director de carrera ordenó la salida tras el coche de seguridad. Alonso entró en boxes a cargar gasolina en la vuelta siete "pensando que que el coche de seguridad iba a a estar unas 10 o 15 vueltas más en la pista. Pero cuando salí me dijeron que se retiraba en la siguiente vuelta". El mundo se le vino encima. "No te lo crees en ese momento".

De segundo a último, justo además en un momento en el que el propio Alonso comunicaba a su equipo por radio que comenzaba a tener agarre en su coche porque la pista se estaba todavía secando.

VISIBILIDAD CERO La decisión condicionó el resto de la carrera. "Iba más rápido que la gente de delante, pero la visibilidad es prácticamente cero cuando vas detrás de 19 coches, con el agua que había. Era muy difícil adelantar a nadie, porque en las rectas no veías nada y no sabías si tenías que tirar por la izquierda, la derecha o por el medio", recordó angustiado, sobre todo después de saber que fue el cuarto hombre más rápido sobre la pista.

"Creo que hubiéramos acabado por detrás de los Red Bull y de Button. Hoy es uno de esos días en los que todo lo que puede salir mal, sale mal". Sus escasas opciones de puntuar se acabaron con un trompo al intentar adelantar a Kovalainen.

Otros tuvieron más suerte. Lewis Hamilton, por ejemplo, hizo cuatro trompos, todos sin daños, y aun así finalizó sexto, por detrás de su compañero de equipo. Aunque la imagen más espectacular fue la del BMW de Robert Kubica subido literalmente encima del Toyota de Jarno Trulli. Nakajima y Nelsinho Piquet acabaron contra las protecciones, aunque en realidad muy pocos se libraron de los trompos y las excursiones por la hierba, como las de los Brawn, que nunca pudieron con los Red Bull. Esta vez no hubo difusor que valiese. Los chicos de la bebida energética corrieron con alas.

La verdad es que únicamente Vettel completó la carrera sin un solo error y, por fin, sumó puntos esta temporada después de dos carreras en las que casi tenía el podio asegurado y, por una u otra razón, lo perdió.

"Australia y Malasia fueron frustrantes, pero ahora cogemos los frutos. ¿El título? Todo es posible, el cielo es el límite", aseguró totalmente pletórico Christian Horner, el director del equipo.

Por el camino se quedó también Adrian Sutil (Force India), que de no ser por su accidente a pocas vueltas del final cuando era sexto, hubiera dejado a Ferrari como último equipo en solitario, con cero puntos. Felipe Massa finalizó con una avería y Kimi Raikkonen fue adelantado en cinco ocasiones para finalizar decimosegundo. Un desastre, otro más, que obliga a una reflexión en la scuderia .