A Frank Rijkaard se le mirará ahora con más atención que en la pasada temporada. Antes tenía lo que tenía. Once jugadores más Iniesta, tras las lesiones de Motta, Gabri, Edmilson y Larsson, con lo que apenas tuvo margen de maniobra en las alineaciones.

Ahora dispone de más recursos que nunca, con una plantilla de 24 futbolistas. En sus tres años en el Camp Nou, jamás Rijkaard había tenido tantos jugadores y todos de su confianza. No hay ningún elemento perturbador. Ni siquiera Saviola, cedido a duras penas al Sevilla antes de iniciarse la competición.

En la medida en cómo gestione el técnico ese grupo tan numeroso, con la habilidad suficiente para no romper el buen rollo que presidió el vestuario, el Bar§a tendrá éxito. Entre otras razones porque en enero, por ejemplo, Rijkaard perderá a Samuel Eto´o durante un mes por la Copa Africa.

Pero será, sobre todo, en las rotaciones donde las decisiones del técnico provocarán mayor debate, tutelando además la esperada irrupción de Messi, pendiente de la burocracia. Ya se vio en el primer partido, cuando la inclusión de Edmilson como pivote defensivo provocó tres cambios de posición con Oleguer de lateral derecho y Márquez de central. Se percibió también en el debate sobre la posición de Eto´o, a quien bailó en Vitoria de banda a banda sin dejarlo de nueve. Ahora, la mano de Rijkaard, "el mejor entrenador del mundo", según Laporta, será clave. En lo bueno y en lo malo.