Parece mentira, pero en el segundo partido del Mundial --el rival es la Australia de Guus Hiddink-- Brasil se enfrenta hoy a un ultimátum. No porque corra peligro su clasificación para los octavos de final, sino porque Ronaldo está acosado. Si no rinde bien hoy, si no marca un gol, su futuro como titular en la selección de Parreira no está garantizado. Ni mucho menos. "Espero que Ronaldo tenga una actuación superior a la del partido anterior, en el que no fue el Ronaldo que queríamos y esperábamos", reconoció ayer el técnico de la canarinha. Suena duro, pero Ronaldo, ocho años después de la misteriosa enfermedad que le privó de brillar en Francia-98, se asoma a una situación vertiginosa. Brasil lo ha castigado por su infame debut y

él, que parecía ajeno a todo, vive angustiado el retorno al campo.

Pero su fama, pese a todos los problemas que ha sufrido, todavía pervive. "Ronaldo parece que esté dormido, pero puede matarte en dos segundos", contó preocupado Hiddink, el técnico australiano, sobre el posible despertar del Fenómeno. "Continuamos creyendo que él puede, al final de la competición, marcar la diferencia", dijo Parreira. Brasil aguarda ansioso que renazca, pero teme que lo mejor del delantero del Madrid se haya acabado.

APOYO PSICOLOGICO Ante esta inesperada situación, el seleccionador no ha dejado de hablar con él. Cafú, el capitán, tampoco. Ejerce, o al menos lo intenta, la misma función que asumió Dunga en 1994 tratando de calmar al rebelde Romário. Ronaldo no es rebelde, pero su cuerpo ya no es el mismo de antes. "Hay que dejarle tranquilo, es uno de nuestros jugadores más importantes", recuerda Cafú, quien acompaña, tanto física como psicológicamente, a su compañero.

Instalado en un diván, y tras confesar que "nadie se merece una presión así", Ronaldo ha intentado fortalecer sus músculos, consciente de que su maquinaria se ha oxidado en los últimos años. Pero no todos los males de Brasil, que tras una pírrica victoria en el estreno con Croacia (1-0) ha disparado todas las preocupaciones, radican en el estado físico de Ronaldo. Más allá de que esté gordo --lo está--, de que esté lento --no hizo ni una carrera en Berlín-- y, sobre todo, de que haya perdido el olfato, Brasil no jugó bien. El cuadrado mágico no funcionó. Solo Kaká brilló en el debut brasileño.