No lo hizo mal Mireia Belmonte en su debut en unos Juegos Olímpicos, no. La nueva perla de la natación española, una joya de 17 años en avanzado estado de pulimentación, percibió sin embargo en su propia piel el salto que existe entre ser la mejor de Europa y las dificultades que tiene plantar cara a las mejores del resto del mundo en una competición sin ningún tipo de limitación geográfica.

La campeona de Europa de los 200 estilos, título que conquistó con enorme brillantez en Eindhoven (Holanda) el pasado mes de marzo, estuvo a un gran nivel en su serie de la distancia superior, los 400 estilos, pero no le bastó. Acabó agotada, pero satisfecha por haberlo dado todo, después de acabar con el 14º tiempo de las participantes. Esta vez, incluso seis nadadoras europeas la superaron.

Belmonte salió como una flecha, consciente de que estaba en la serie buena, la última, al lado de la nueva maravilla de la natación estadounidense, Katie Hoff, de 19 años, que a finales de junio dejó el récord universal de la prueba en 3.28.65. Casi nada. Once segundos menos que el récord de España. La nadadora badalonesa recorrió los primeros 100 metros, los de estilo mariposa, 39 centésimas por debajo de ese récord de Hoff. Luego aguantó en espalda --su estilo peor trabajado-- y la braza (tocó tercera), pero el esfuerzo realizado le pasó factura en el hectómetro libre.

"Me duele todo, casi no me puedo ni mover, pero estoy contenta porque he nadado todo lo rápido que he podido", aseguró Belmonte antes de salir como una flecha (alguna fuerza le quedaba) hacia las tripas del Water Cube para someterse a un análisis de lactosa. Los resultados de ese pinchazo le van a dar pistas sobre la mejor manera de trabajar la resistencia y la recuperación cara a las pruebas que aún le quedan. Belmonte acabó ayer quinta en su serie (ganada por Hoff en 4.34.63) con 4.37.91, que rebaja en más de un segundo su propio récord de España, que tenía en 4.30.09.

Mirar hacia adelante

La eliminación de ayer, sin embargo, no va a desanimar a una nadadora cuya mejor virtud es la competitividad y la perseverancia, como siempre insiste en recordar su entrenador, Carles Subirana. Además, sus comienzo siempre son difíciles. Su compañera de habitación en la Villa Olímpica, Nina Zivanevskaia, podría atestiguarlo, ya que también compartía con ella alojamiento en los Europeos de Eindhoven y fue testigo de la llorera que pilló cuando se le escapó la medalla en la primera prueba, de nuevo los 400 estilos.

Ayer, Nina no tuvo que consolar de nuevo a Mireia ni soltarle, como entonces, que dejara de llorar y mirara hacia adelante. Porque Mireia mira ya hacia los 200 estilos, su mejor distancia, en la que sus 2.11.16 le dan opciones, como mínimo, de entrar en la final que ayer se le escapó por mucho. "El primer día siempre me pesa la competición, pero a medida que va avanzando me siento más fuerte", garantizó.