Hay deportes que no gozan de la popularidad que debieran. No se sabe muy bien cuál es la razón. Aunando fortaleza física, choque, competitividad, estrategia, agilidad mental, velocidad..., el balonmano no tiene la repercusión de otros, quizá con menos argumentos deportivos y estéticos.

El salto de calidad de la selección, que ha sido campeona del mundo, no ha servido para popularizarlo y recortar diferencias con deportes como el baloncesto, el tenis, el fútbol sala o, claro, el fútbol. Una de las razones es, para algunos, que el Madrid no haya decidido crear un equipo, lo que hubiera provocado que muchos aficionados volvieran los ojos hacia este deporte al fomentarse la rivalidad con el Barça.

En Extremadura siempre ha gozado de cierta tradición. Sobre todo y gracias a la labor pedagógica de algunos profesores en centros educativos. Uno de estos precursores del balonmano regional es José Arellano, quien desde hace más de 25 años lleva insuflando el virus de este deporte a los alumnos del Paideuterion de Cáceres.

Perlas

Javier Madruga Casadomé y Elena González Montero son las dos nuevas perlas surgidas de la cantera más prolífica del balonmano regional. Fueron concentrados por primera vez con la selección española en 2006, ambos cadetes de primer año (15 y 14 años, respectivamente) y repiten la experiencia en La Rioja junto a un selecto grupo de elegidos.

Están en la élite del balonmano nacional y, por supuesto, del regional. Madruga, lateral nacido en Navalmoral de la Mata, ha sido mejor jugador infantil extremeño o quinto máximo goleador en el Campeonato de España de selecciones autonómicas, por poner un ejemplo. González, portera cacereña, por su parte, es campeona de Extremadura de clubs (2006) y mejor de la región en su puesto.

Ambos tienen muchos puntos en común: la edad, el colegio, la afición, la calidad, indisimulada simpatía por el Ciudad Real y hasta su evolución. El empezó de portero y actúa ahora indistintamente de lateral o central. La reconversión de ella ha sido a la inversa. Jugaba de lateral en sus inicios y, pese a que era reacia en un primer momento, ha terminado instalándose bajo palos.

No son los únicos motivos de coincidencia. Ambos son ya conscientes de lo difícil que es profesionalizarse en un deporte como éste. Por ello no lo fían todo a un incierto futuro deportivo. Si no consiguen llegar a lo alto, a Javier le gustaría acabar siendo fisioterapeuta o bombero, mientras ella se inclina por Derecho. ¿Resignación? En absoluto. Ambos son exigentes, ambiciosos... tienen hambre de triunfos, de aprender.

Han competido fuera de la región y han comprobado que el nivel de Extremadura es sonrojantemente "bajo" con respecto a otras comunidades. Madruga es elocuente: "Estamos muy por debajo. Fuera hay mucha competitividad". Elena remacha: "Notamos mucho la diferencia cuando salimos".

A su corta edad, Madruga ya ha vivido los sinsabores del deporte. El reprochable comportamiento que muchos padres tienen en las gradas en los partidos de fútbol se reproduce, ocasionalmente, en el balonmano con idéntica virulencia. La denuncia que hace meses realizó este diario con respecto a actitudes poco ejemplarizantes de los padres en el fútbol se repite aquí.

"Hay rivalidades con equipos concretos", acusa, "en las que hay mucha violencia, más que en la pista, por parte de los padres. Nos insultan hasta en los amistosos, se burlan de nosotros, te amenazan... incluso tuvo que venir la Policía en algún partido". Madruga admite haber sufrido el apedreamiento del autobús en algún viaje ¡a sus 15 años!. La nueva convocatoria con la selección compensará a ambos de los puntuales sinsabores y recompensará, seguro, el esfuerzo.