Reconozco que desde que por primera vez viví de cerca sus Premios Espiga, versión deportiva, me ganaron para la causa. Confieso que Martín Fariñas Romero me parece un tipo genial, casi irrepetible, que ha hecho por el deporte de esta región lo que nunca sabremos pagarle. Asumo que los negocios financieros son eso, negocios en busca de cuentas de resultados. Pero me encanta que Caja Rural de Extremadura decida celebrar su centenario con esta revancha, entre el campeón mundial y el continental, en clave de balonmano. El mecenazgo empresarial extremeño para con el deporte terminó por dar sus frutos en los 90, cuando Extremadura reivindicó su sitio en el panorama nacional más allá de Puerto Hurraco. La División de Honor de tenis de mesa, la ACB, la Primera División futbolística por dos veces... Pero aquellos mecenas se quitaron de en medio, algunos en cuanto se acabaron las vacas gruesas. La Caja Rural de Extremadura no es de ese criterio. Que cunda el ejemplo.

*Periodista