Dos aeropuertos, Alicante y Orly. Dos años, 1996 y 2008, y dos personajes, Miguel Induráin y Samuel Sánchez. Dos ambientes distintos. Induráin acababa de abandonar la Vuelta. Se vislumbraba su retirada. Decenas de informadores lo esperaban. Los afortunados periodistas que lo acompañaban en el vuelo salían detrás de él, escoltado por la Guardia Civil, por una puerta distinta. Miguel no quería hablar.

Vestía Samuel, Samu para todos, con una camiseta naranja, el color de su equipo, el Euskaltel. Delgado, delgadísimo, aguardaba en París el avión de Iberia a Madrid. Nadie se fijaba en él. Había terminado el Tour en séptima posición y se había perdido las fotos de rigor por su segundo puesto en Alpe d´Huez. Lógico. Carlos Sastre se había lucido mucho más en la cumbre con el premio del jersey amarillo. Desapercibido.

Rostros casi anónimos

En Alicante, hace 12 años, había una muchedumbre esperando a Induráin. Ese año, en la Vuelta, en Córdoba, la policía tuvo que abrirle paso. O en Albacete, con la calle de su hotel colapsada. Sánchez, hace apenas dos semanas, subió al avión como uno más. Pero es que si Sastre se pasea por el centro de Madrid, o Freire se da una vuelta por Barcelona, o Valverde se va a tomar el sol a la playa, los tres pasan desapercibidos. Solo los locos de las bicis, que afortunadamente hay bastantes, los reconocerán.

Tal vez Contador sea la diferencia. Su rostro, un Tour y un Giro lo respaldan, ya suena de algo. Sin embargo, todas estas caras casi anónimas --¿será porque ahora todos van con casco?-- para aquellos que no viven con el sonido de las bicicletas, han conseguido colectivamente lo que no lograron los grandes genios de tiempos pretéritos. Contador, Sastre, Samu, Bala Valverde, Freire y también Pereiro son los abanderados del pelotón mundial y los protagonistas de la edad de oro del ciclismo español. Allí donde van, ganan. Siempre uno distinto. Lo nunca visto. Ayer, explicaban los enviados especiales a los Juegos, se les acercó Laurent Jalabert, que trabaja para la tele francesa: "Dejad algo para los demás. Por favor".

Los astros del pasado

A finales de los 50 y principios de los 60 era Federico, don Federico Bahamontes, El Aguila de Toledo. En los 70 fue Luis Ocaña. En los 80, Perico Delgado y en los 90, Induráin el grande, el mejor. Siempre héroes en solitario. Ahora son todos. Todos son buenos. Todos son magníficos. Sastre, un buen tipo, una buena persona, un obrero que ha ganado el Tour 2008. Contador, un rebelde, que lleva el futuro del ciclismo mundial en sus piernas. Freire, el único que ha emulado a Merckx y se ha puesto a su altura a la hora de ganar tres campeonatos del mundo. Valverde, el terror en las pruebas de un día y un candidato a conquistar la ronda francesa algún día. ¡Que sí!

¿Y Samu? Samu es el líder del equipo de los vascos aún siendo asturiano, porque creció, se hizo ciclista y vive en Vizcaya. El mismo que admitía en Orly que no viajaba a Pekín de gregario, el que dio en el poste en el Mundial de Salzburgo con un cuarto puesto que pudo ser un primero de no haber mantenido la disciplina con Valverde. Todos se reunirán en la Vuelta, la mejor de los últimos años, y volverán a ser el temor de sus rivales en el Mundial de Varese. Porque todos ellos se cubren de oro, aunque sus rostros no salgan en los cromos.