CACERES

El partido mereció los 18 euros desde los prolegómenos hasta el final. Empezó con un lío de asientos: como la numeración en las sillas del pabellón no existe o es un atentado a las matemáticas (al 31 le sigue el 39), los numerosos aficionados placentinos no sabían dónde colocarse sin molestar.

Acabaron juntándose en la esquina sureste y se lo pasaron en grande. Liderados por la ocurrente peña +KAÑA , no dejaron de animar a su equipo ni un instante. Trajeron tres pancartas. Una era lógica: "Plasencia primer equipo de Extremadura". Otra olía a años 50: "Plasencia provincia" y fue respondida con gritos también muy antiguos del tipo: "Plasencia manicomio". La tercera era cachonda: "I love this game ´18 ?e".

La peña cacereña 36+14 repartió hojas con el nombre del Cáceres y la afición, por primera vez en dos años, se levantó al unísono al presentarse el equipo mostrando los carteles. Dani García apareció ataviado con un elegante traje gris con el escudo del Plasencia. Ñete no quiso ser menos y se vistió por primera vez de domingo: hasta ahora había dirigido de trapillo.

LA ALCALDESA BEBE La primera fila del palco rebosaba de autoridades: un director general, cuatro presidentes: de la diputación, de ambos equipos y de la federación, Ernesto Segura de Luna, y dos alcaldes: José María Saponi, de Cáceres, y Elia Blanco, de Plasencia, que con los nervios debía de tener la boca seca y bebía agua disimuladamente de un botellín.

La afición se comportó magníficamente. La peña +KAÑA acabó gritando: "¡Cáceres, Cáceres" mientras los Kamicáceres les respondían: "¡Plasencia, Plasencia". Sólo unos tipos extraños, que no son asiduos del baloncesto, se acercaron en el descanso a un par de chavales de Plasencia a retarlos con frialdad, como si se fueran de cañas: pretendían quedar tras el partido y pegarse. Los placentinos no entendían nada, se lo comunicaron a sus colegas de peña y pasaron de los ultras sin identificar.

En la grada había buen rollo y en la pista, mucha tensión, tanta que pudo con los árbitros. Unas veces se equivocaban a favor de Plasencia y otras a favor de Cáceres. No les ayudaba un juego intenso que acabó con diez de los 21 jugadores con cuatro o cinco personales.

En ese desbarajuste de tonterías arbitrales, al Plasencia le tocó la peor suerte en los últimos segundos, los decisivos. Faltando 54, se escuchó el coro más espectacular de la noche : "¡Qué malo eres, árbitro qué malo eres". Era el orfeón cacereño que dio paso al aria Signore ascolta (señor escucha) de Puccini interpretada por el tenor Dani García y la desafinada orquesta arbitral.

El entrenador placentino mostró sus habilidades canoras y maquiavélicas volviéndose hacia el palco y gritándole a Segura de Luna: "¡Qué vergüenza! por dos veces. Tras el do de pecho victimista, se arrancó por zapatiestas yéndose a por Ñete Bohigas en una jugada hábil pero inesperada.

García consiguió hábilmente lo que deseaba: con el partido decidido, se llevaba una técnica, era expulsado de la cancha, quedaba como San Dani, mártir placentino, y cambiaba las portadas de los periódicos del lunes: donde se iba a escribir: "Victoria del Cáceres", habría que poner: "Tangana en Cáceres". Este entrenador tiene futuro.