La decimoséptima edición del Encuentro de Atletismo Diputación de Cáceres tuvo de todo. Sangre: La que derramaron las rodillas de algún participante en la prueba de 1.500 metros masculino tras una caída en grupo. Sudor: Obviedades las precisas. Y lágrimas: Las que brotaban de los rostros de alguna chica desconsolada por andar lejos de su mejor marca. Sin embargo la tarde de ayer quedará en el recuerdo de los que asistieron a la ya clásica cita atlética por la pasión con la que un chico de pelo largo daba saltos como un poseso sobre el tartán. El protagonista de la tarde fue claramente Enrique Márquez, un placentino muy alegre que saltó por encima de 2.19 metros, algo que hasta ayer ningún otro extremeño ha conseguido. El vuelo dio paso a la locura. "Es increíble. Estoy en una nube. Saltar sobre 2.19 era ya algo psicológico y ha sido especial lograrlo en esta pista, donde he entrenado durante años cuando estudiaba Magisterio. Además, mi récord anterior también lo conseguí aquí. Es como si fuera mi pista talismán", decía al tiempo que era felicitado por el director general de Deportes de la Junta de Extremadura, Manuel Martínez Dávila.

Sin embargo, Márquez, a pesar de la euforia, mantiene los pies en el suelo --en sentido figurado-- y admite que todavía le queda algo lejos el billete para una Olimpiada. La mínima para estar en Atenas es de 2.27, pero ya mira de reojo a los Juegos de Pekín en el 2008.

Pablo Villalobos, otra de las perlas del atletismo extremeño, puede tenerlo más cerca, aunque sabe que tendrá que luchar para hacerse un hueco en la expedición que se desplace a tierras helenas. Ayer sólo pudo acabar en una discreta cuarta posición en la carrera de 1.500 metros. El fue uno de los grandes perjudicados de una caída en la salida, junto a otros dos corredores. "Estamos como tontos. Todos queremos meternos en la calle uno enseguida y no hay sitio para todos", relataba en voz alta.

Del resto, hubo mucho caviar internacional, sin embargo el pata negra extremeño dio un regusto exquisito al certamen.