«No habrá sitio suficiente para hablar todo lo que merece este gran ser, que tanto dio por el barrio de Las 300 y por los cientos de niños que pasamos por sus escuelas, que él tan desinteresadamente creaba y todo para que los niños pudiésemos jugar al fútbol. Podía contar mucho, pero ahora mismo estoy devastado, como otra mucha gente».

El testimonio emocionado de Maxi Rubio es un ejemplo de dolor, pero al mismo tiempo de reconocimiento a un personaje tan entrañable como carismático del deporte extremeño. Quizá el fútbol de Cáceres no se explicaría bien si se obviara su papel, tan capital como modesto, sin un ápice de arrogancia. Justo lo contrario: dio tanto desde la humildad que sería complicado cuantificarlo.

La muerte de Saturnino Montero Iglesias, conocido popularmente como ‘Sátur’, invadió de dolor a muchos cacereños, del deporte y de la vida, que le despedirán hoy a las 11.30 horas en el tanatorio San Pedro de Alcántara. El fundador de Las 300 y el posterior Veracruz, símbolo inexcusable del fútbol base en la ciudad, murió de madrugada a los 64 años.

«Llevaba toda la vida en el fútbol. Era un amigo entrañable. Empezamos incluso juntos en un equipo que se llamaba Guardia de Franco. También coincidimos en el Arroyo», recordaba desde Madrid, donde fue elegido presidente del Comité Nacoal de fútbol sala, un emocionado Pedro Rocha, presidente de la Federación Extremeña de Fútbol. Satur también lució la camiseta del Cacereño Atlético.

La señorial figura de Satur va mucho más allá de la propia de un entrenador o presidente. «A cuántos niños ha salvado de las drogas en los 80 con la ‘excusa’ del fútbol», escribió ayer con pasión en Facebook José Castellano. Y así tantos y tantos otros.

«Satur fue mi entrenador y llegué a ser su técnico de su juvenil nacional del Veracruz», apuntó mientras tanto José María Rebollo, actual entrenador del Cacereño, como todos, especialmente dolido por la noticia. «Me quería mucho y yo a él», apuntó a modo de anécdota sentimental. DEP Satur.