Como buen deportista de la Europa del Este que se precie, a George Daniel Savu (Bucarest, Rumanía, 20 de marzo de 1983) no se le escapa ya ni el último taco, aunque desde luego que su trato es de lo más cordial y humano. Sabe castellano ("o más o menos", dice con modestia) el portero del Arroyo, un futbolista que tiene en su historial un subcampeonato de la antigua Intertoto, cuando en el Dacia Chisinau moldavo llegó a la final en el año 2008.

"Soy un arroyano más", dice el meta, de 1,97, feliz por su plácida vida en la localidad, a la que llegó procedente del Cartagena avalado por su historial, su imponente presencia física y sus dotes de mando. Su mujer, Adina, y sus hijos, Robert (7 años) y Alessia (5) están perfectamente integrados "y tienen sus amigos aquí", por lo que no descarta establecerse definitivamente en Extremadura.

Deportivamente, este año Savu tiene una fijación. "A ver si me ocurre lo mismo que en un equipo rumano, el Ceahlaul". En efecto: con este club descendió a Segunda, lo mismo que con el Arroyo de Segunda B a Tercera la pasada temporada. "Fue duro bajar, pero quiero ascender, como entonces ocurrió en un sitio que además era muy pequeñito, parecido a Arroyo. Ojalá lo vuelva a conseguir", dice tras el entrenamiento del equipo de Adolfo Muñoz.

¿Y cómo llegó a España, en concreto al Atlético Sanluqueño, en 2012? "Yo estaba bien jugando en mi país, pero me llamó un amigo de la infancia para que viniera a probar. No me arrepiento". Sus palabras transmiten esa satisfacción. Pasado el tiempo, apunta que "estoy muy contento", especialmente por el trato humano que recibe en Arroyo. Su presidente, Juan Bermejo, "es el mejor que he tenido en mi trayectoria. Muy humilde, muy cercano, una gran persona".

¿El futuro? "Ojalá pueda seguir dedicándome muchos años más al fútbol, a lo que me gusta". Con el título de entrenador en su país, no descarta, por tanto, nada. Desde luego, afirma, dice que le "encantaría" seguir viviendo en España por muchas razones, también las familiares. "Sería perfecto", dice rotundo. Pero antes tiene una misión: devolver al Arroyo a la categoría de bronce.