Empieza a saberse la verdad. Y pese a que incluso grandísimos pilotos como el francés Alain Prost (Lorette, Francia, 1955), cuatro veces campeón del mundo de F-1 (1985, 86, 89 y 93) sospechan que "más que su estado físico, Michael ha podido descubrir que no iba a poder ganar", lo cierto es que la explicación ofrecida ayer por Schumi para justificar su negativa a sustituir a Felipe Massa en Valencia es realmente cierta: su cuello no puede soportar el esfuerzo de pilotar un F-1. "Lo intentamos, sí, pero su cuello se resintió", aseguró el doctor Johannes Peil, médico personal del alemán desde hace nueve años, presente en la conferencia que el ídolo alemán ofreció ayer en Ginebra.

LESIONES EN LA COLUMNA La enorme expectación que el propio Schumacher generó con su anunció le obligó ayer a explicar algo que hubiese preferido silenciar y es que el accidente que sufrió, el pasado 11 de febrero, en el circuito de Cartagena, cuando pilotaba una Honda de Superbikes, fue "el más grave de mi vida". En aquella caída, el alemán se dañó varias vértebras y, lo peor, se fracturó una de las venas que riegan el cerebro y que afectan a la unión entre la cabeza y las cervicales.

Es evidente que esa fractura es la que provoca los fuertes dolores de cuello que padeció Schumacher tras la dura sesión (67 vueltas, todo un GP) que protagonizó, en Mugello, a los mandos del Ferrari 2007 con el que el finlandés Kimi Raikkonen ganó el título. Ya sabemos, pues, que cuando en aquella ocasión trasladaron de urgencia a Schumacher al hospital, estaba realmente herido y dañado. Y que superó aquel mal trago porque Schumi jamás ha dejado de hacer vida de deportista de élite.

"Su estado físico", comentó Peil, "es excelente para sus 40 años". Eso sí, Schumacher reconoció ayer que no se arrepiente de haberse retirado tras el Mundial del 2006 cuando le derrotó Fernando Alonso. "Tenía las baterías vacías", sentenció. Alguien quiso saber ayer cómo fueron esas 67 vueltas a Mugello a los mandos de un viejo Ferrari. "Me sentí muy cómodo, recuperé viejas y agradables sensaciones, lo pasé bien, me divertí, fue todo muy natural", señaló el campeonísimo alemán. "Todo, la velocidad, el ruido, todo fue perfecto excepto ese indicio de dolor, esa sospecha de que algo en mi cuello, en mi cabeza, no iba bien. Bajo esa tensión, ese estrés, es cuando el dolor se hizo demasiado insoportable", explicó justificándose de nuevo.