Los pilotos de F-1 tienen dos trabajos en invierno: mantener la forma física y firmar autógrafos. Pero Fernando Alonso ha añadido una tercera tarea: empezar a minar la moral de los rivales. Así cabe interpretar su afirmación ayer ante la prensa especializada reunida en la estación alpina de Madonna di Campiglio de que "el rival más peligroso para este año será Michael Schumacher". Tan sorprendente afirmación, tras el mediocre regreso del piloto alemán a los circuitos la pasada temporada, es una primera bofetada al campeón, el alemán Sebastian Vettel. La guerra psicológica ha comenzado cuando aún faltan dos meses para que se encienda el semáforo del primer gran premio, en Bahrain.

Forma parte también del rearme psicológico la negativa del piloto asturiano a seguir dándole vueltas al error de estrategia de Ferrari en el gran premio de Abu Dabi, que frustró sus opciones de lograr el título mundial. "En las carreras ganamos y perdemos todos. Las decisiones que se toman en cada momento parecen las más adecuadas. Seguir pensando en esa carrera es darle ventaja a los adversarios".

Otra vez con el cuentakilómetros a cero, Alonso solo piensa en ganar este año los dos títulos, el de pilotos y el de constructores. Cree que Ferrari va a poner a su disposición y a la de Felipe Massa un coche mucho mejor que el de 2010.

El nuevo monoplaza deberá adaptarse a las novedades introducidas por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA). La más importante, los neumáticos de la marca Pirelli, que llevarán todos los equipos. Son gomas más blandas, que permiten una conducción más agresiva, pero que se degradan antes. "Veremos si podemos utilizar la ventaja histórica de Ferrari, considerado siempre el coche que menos desgasta las gomas", afirmó el español. Asimismo, la posibilidad de utilizar el kers y un alerón trasero móvil en los adelantamientos serán adaptados al nuevo Ferrari.