No se concibe la fórmula 1 sin Ferrari y no se puede entender el final de temporada pasando por alto una puesta en escena tan a la italiana. La Federación Internacional de Automovilismo (FIA) cedió una vez más a las presiones de la scuderia y facilitó así a Michael Schumacher un triunfo para dar brillo al anuncio de su retirada. Y como en las reuniones de familias calabresas, napolitanas o sicilianas, las celebraciones suelen llevar aparejadas besos, abrazos, lágrimas y alguna víctima.

Los tiros apuntaron de nuevo a Fernando Alonso, que ha visto reducida su ventaja en el Mundial a solo dos puntos. Pero el asturiano sigue en pie y las injusticias de que ha sido objeto le han granjeado el respeto y la complicidad del resto de pilotos. Necesitará de ellos, de su talento y de la suerte que le faltó ayer para arrebatar el título a Schumacher por segunda y última vez.

POSIBLE PLANTE Los pilotos, todos menos los de Ferrari, sopesaron un plante en la parrilla de salida del Gran Premio de Italia. Lo aplazaron para la próxima carrera en China ante Charly Whiting, el delegado de la FIA, el responsable de las interpretaciones libres del reglamento, de los desmanes que han indignado a toda la parrilla. "No se mide por el mismo rasero y esto es una injusticia que hay que frenar", dijo De la Rosa.

La gota que ha colmado el vaso fue la sanción con la que la FIA relegó a Alonso al décimo lugar de la parrilla porque, supuestamente, entorpeció la vuelta de calificación de Felipe Massa.

Esta guerra parece que no vaya con Schumacher, pero reconoce que hay pique entre ambos. "La lucha con Fernando hay que verla a distancia, el tiempo juzgará esta historia, pero no creo que nos hayamos peleado nunca", explica el Káiser. "Fernando es un piloto muy bueno, rápido y muy motivado, y eso hace que no pierda ninguna ocasión para querer ganar. Eso es todo", señaló el alemán para zanjar el asunto.

PATENTE DE CORSO Pero Fernando no olvida. Y recuerda. La sanción en Hungría, por ejemplo, por adelantar a un coche que la FIA no supo identificar en una curva que tampoco pudo fijar. Mientras, Schumi disfruta de patente de corso para cambiar de dirección y evitar ser adelantado, saltarse las chicanes, dificultar los doblajes... "Es una auténtica vergüenza", dijo enrabietado Alonso.

"La F-1 ha dejado de ser un deporte", añadió el asturiano, que entró en el circuito con el brazo en alto y el pulgar hacia abajo. "Hasta la prensa italiana dice que ha sido un atraco", insistió. "Siempre he sido limpio y honesto en la pista porque amo este deporte. No entiendo lo que están haciendo". Y recordó la prohibición sin motivo de usar el amortiguador de masas a Renault y el permiso para que los Ferrari lleven ruedas lenticulares.

En ese ambiente de crispación, Alonso salió dispuesto a remontar la injusticia y ya se había colocado en la tercera plaza cuando el motor de su Renault le dejó tirado a 10 vueltas del final. Schumacher cruzó la meta ante el delirio de miles de tifossi . Luca de Montezemolo, presidente de la compañía, y Jean Todt, director del equipo de F-1, se abalanzaron sobre su piloto para besarle y abrazarle entre lágrimas. En ese momento anunciaron el adiós de Michael, que dijo que había tomado la decisión después del Gran Premio de Estados Unidos en Indianápolis.

LA DENUNCIA Pese a todo, Alonso se considera favorito en las tres carreras que quedan para el final del Mundial. "En Hungría estuvimos por delante de los Ferrari, aunque una tuerca nos dejó fuera; en Turquía acabé por delante de Michael, y hoy estábamos en condiciones de poder ganar... La ventaja de Ferrari ya no es tan grande y creo que en las tres últimas carreras (China. Japón y Brasil) partimos como favoritos", dijo el actual campeón del mundo.

Alonso considera que la carrera de ayer "se decidió ayer con la penalización". Más allá fue Flavio Briatore: "se trata de un Mundial ya decidido sobre una mesa. Hemos comprendido cómo van las cosas. Ya está todo decidido, lo han escrito, lo han dicho y ahora están comenzando a hacerlo. Han decidido de dar el Mundial a Schumacher, y así será".