Hace justo seis años, la única española en ganar Roland Garros y Wimbledon levantaba los brazos en Cáceres celebrando su victoria en el IV Torneo Internacional de Tenis Femenino WTA. Era el 17 de julio del 2011 cuando una jovencísima Garbiñe Muguruza (no había cumplido aún los 18 años) se imponía sin demasiados apuros a la turca Cagla Buyukakcay (6-4 y 6-3), casi con la misma facilidad con la que el pasado sábado superó a Venus Williams (7-5 y 6-0) en la final del Grand Slam de hierba. En Cáceres, donde la hispano-venezonala solo cedió dos sets en todo el torneo, se embolsó 2.490 euros, calderilla si se compara con los dos millones y medio que se lleva ahora por su victoria en Londres.

Al igual que hace algo más de un año tras su victoria en París, Muguruza no pudo dormir la noche del sábado de la emoción. «Me desperté muy pronto, a las cuatro de la mañana pensando ¿Es verdad? ¿Tengo Wimbledon? y miraba el pin que me habían dado después de ganar. Y, sí, allí ponía que ya era miembro del club que es una de las cosas que dan a los campeones».

Asumiendo ya su triunfo, Muguruza relató que ahora era el momento de «pensar y creérselo» y «revivirlo». Sabe que lo que no lograron Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez (ganar Wimbledon y Roland Garros juntos) lo había conseguido ella. «Es curioso porque son los dos más opuestos y me alegra porque me demuestra que puedo jugar bien en cualquier superficie. Cada una (Arantxa y Conchita) tiene uno de ellos, y ahora yo, y lo que no han hecho ellas, lo hago yo». Ahora, tras festejar su triunfo, quiere mas («siempre quiero ganar el siguiente»). Comienza la gira americana con el US Open al final y Muguruza lo mira fijamente.