Rafael Nadal se dejó caer sobre la tierra de Mónaco y se rebozó en ella como si fuera la primera vez que conquistaba el torneo de Montecarlo. Pero no era así. Acababa de conquistar su sexto título consecutivo en el Country Club monegasco. Una proeza que nadie había logrado en ningún torneo en la historia del tenis profesional (desde 1968). El no va más. Fue una victoria tan contundente como incuestionable. Fernando Verdasco solo pudo arrebatarle un juego en los 85 minutos que duró la final.

Fue su victoria número 32 consecutiva en el torneo. El no va más. Seis de seis de una tacada. "Cuando Rafa se canse de ganar aquí, me gustaría hacerlo a mí", bromeó con resignación Verdasco al lado Alberto II de Mónaco y el verdadero príncipe de Montecarlo, Nadal VI. Verdasco sufrió en la pista como nunca. "Cuando juega así es imposible hacer nada", dijo. Fue la final más cómoda de las 48 que el mallorquín lleva sobre sus espaldas en el circuito con solo 23 años. Sobre la pista pareció fácil pero Nadal sabía lo que le había costado conseguirla.

LAGRIMAS DE EMOCION Por eso, después de dar la última derecha ganadora sobre la línea de fondo, un cañonazo al que Verdasco no pudo ni llegar, el ya hexacampeón de Montecarlo mostró sus emociones y acabó llorando desconsoladamente y ocultando su rostro en una toalla antes de recibir la copa y morderla como hace cada vez que gana. Llevaba 11 meses esperando esa ocasión. Su última victoria se remontaba al Masters 1.000 de Roma, en mayo del 2009. Y ayer renació, en su pista talismán, según reconoció ante los 10.000 espectadores que llenaban la central del Country Club, en el mismo escenario que en el año 2005 logró su primer Masters 1.000 e inició una progresión estratosférica hasta el número 1 mundial. Fue el mejor escenario para reencontrarse con la victoria y para respirar una bocanada de aire fresco, una genial brisa salada del mediterráneo.

Nadal puso fin a una ansiedad que tenía desde hacía meses. "Tuve opciones de ganar en Indian Wells o Miami", dijo el tenista manacorí. En esos dos torneos cayó ante los campeones Ivan Ljubicic y Andy Roddick en semifinales y tras ganar el primer set. Nadal necesitaba una victoria así. Y ha aprovechado la ocasión en el primer torneo en que ha pisado tierra desde que ganó la final de la Copa Davis en el Sant Jordi el pasado mes de diciembre.

En Montecarlo faltaban nombres top 10 como Roger Federer (número 1), Juan Martín del Potro (5), Nikolay Davydenko (6), Andy Roddick (7) y Robin Soderling (9), pero los que estaban han podido comprobar que Nadal está listo para la defensa de su reinado en la tierra. Un territorio en el que ha conquistado 26 títulos, entre ellos cuatro Roland Garros, y donde lleva ganados 186 partidos con solo 16 derrotas desde que debutó en el circuito profesional hace ya nueve años.

Nadie puede presentar unos números tan aplastantes. Nada parece imposible para Nadal y menos en su mejor superficie. Incluso superar esa montaña de puntos que debe defender hasta París (3.500), acumulados por ganar el año pasado en Montecarlo, Barcelona y Roma, haber llegado a la final de Madrid y a octavos en Roland Garros. Ayer ya restó 1.000 puntos en esa cuenta.

Y lo hizo con contundencia. Sin perder un set en el torneo y cediendo únicamente 14 juegos en los cinco partidos que ha disputado hasta levantar la copa. Ha vuelto el gran Nadal.