Cordial, menos distante que otras veces, y hasta simpático y amable. El séptimo triunfo ha sido distinto a los seis anteriores. Lance Armstrong ha querido demostrar que este año corría por diversión, tras superar los títulos de Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Induráin. Se batía a sí mismo. Se ha dejado fotografiar, ha abrazado a Sheryl Crow en público y ha firmado todas las credenciales del Tour que le pidieron.

Acobardó a sus rivalesen la Dauphine-Libere

El Tour de Armstrong comenzó un mes antes, en la prueba francesa del Dauphiné Libéré. Al tejano le bastó con situarse al frente del pelotón en la primera etapa, bien puesto y con autoridad, para que todos sus rivales observasen y se percatasen de que el Boss había regresado igual de gallardo y caballero que antes. Allí comenzó a cimentar el triunfo en París. Fue la primera victoria moral. Todos, sin excepción, comprobaron que iba un punto por encima de los demás. Allí comenzó a caer por los suelos la moral de los contrincantes, de los aspirantes que creían que, tras el anuncio de la retirada, bajaría el nivel, se relajaría y que si acudía al Tour lo hacía porque le obligaban en su equipo.

Quería ganar lacontrarreloj por equipos

La frase no tuvo desperdicio. "Somos el dream team". Fue lo que dijo Armstrong cuando se vistió de amarillo por primera vez, tras la victoria del Discovery Channel en la contrarreloj por equipos de Blois. El tejano tenía que demostrar en esa etapa que su formación era la más fuerte del Tour, a pesar de que "él ha estado al nivel y a la altura de siempre, quizá por encima", tal como reconoció días después su gregario Chechu Rubiera. "Pero nosotros, en cambio, nos hemos mostrado algo más limitados". Quizá sea cierta su apreciación. Pero aquel fue un nuevo golpe moral. Sus rivales se percataron de que Armstrong no corría solo.

Atacar una vez, peroque fuera buena

La etapa de Courchevel, en el estreno alpino, fue la mejor de este Tour. "Había que atacar una vez, y que fuera la buena. Esto es algo que he aprendido. Hay que atacar con intención, aunque me llama la atención que cuando ganaba muchas etapas me decían que era arrogante". Esta vez no ha sido arrogante. En Courchevel mandó al joven Popovych que acelerara el ritmo y sólo lo pudieron seguir Valverde, Mancebo y Rasmussen. Mientras el ciclista murciano del Illes Balears se imponía y batía al tejano en la cumbre, éste comenzaba a ganar el Tour 2005. Allí eliminó a Basso y a Ullrich.

El placer de la últimavictoria en contrarreloj

Saint-Etienne pasará a la historia porque Armstrong logró allí su último triunfo, a un día de retirarse del ciclismo. Hacía tiempo que sus compañeros de equipo sabían que el jersey amarillo no quería despedirse sin un triunfo parcial. Ullrich volvió a ser segundo, como siempre. Armstrong ganó con una sonrisa para evidenciar que era un hombre feliz y que se lo había pasado estupendamente en las tres semanas de Tour. "He participado en un acontecimiento maravilloso, un circo de campeones. Y me he divertido, pero mi tiempo pasó". Fue recibido por sus hijos. Ya en la salida, tras quedar segundo en la contrarreloj inicial, explicó que quería que viesen de cerca lo duro que trabajaba su padre para triunfar.