Cuando empecé a correr hace casi tres años, lo primero que había que hacer era perder peso y ponerse en forma. Cuando lo hice , corrí mi primera media maratón y vi que podía... comencé a pensar que podía bajar los tiempos que estaba haciendo. Y claro que lo haces: al principio muy rápido, después más lentamente, y como quieres seguir bajando, sigues entrenando duro, empiezas a hacer series, te sientes bien físicamente, cada día mejor, y sigues entrenando cada vez más fuerte, participando en casi todas las carreras que te pasan por delante en las que intentas sí o sí bajar tus tiempos.

No piensas en ganar porque ya eres un ganador corriendo, pero te sientes cada día mejor en todos los sentidos y sigues apretando. De vez en cuando te lesionas, porque le pides al cuerpo un poco más de lo que puede darte, pero sigues, quieres sentirte bien y para ello no puedes dejar de mirar el cronómetro en las carreras, no puedes dejar de trabajar tus series, de buscar ritmos cada día más rápidos, de hacer entrenamientos en los que te exprimes.

Por todas esas fases pasamos o hemos pasado todos, hasta que llega un día que entrenando y sufriendo pasas por un arroyo o por un camino que te ofrece al atardecer miles de colores diferentes... y te das cuenta de que quizás, si vas más despacio, lo puedes saborear más... Y así pasa, lo haces, te gusta.

Ese día no te has machacado pero has disfrutado de la naturaleza y de tu ejercicio de ese día. Llegas a casa y te planteas que sabes y tienes asumido que correr es la cosa más importante de las menos importantes de tu vida... pero que quizás no estás balanceando bien el binomio sufrimiento/disfrute al hacer tu ejercicio, quizás estás sufriendo más que disfrutando y eso al final lleva antes o después a aburrirte de correr, SIEMPRE lleva a eso.

Te estás planteando eso y sales durante varios días a correr a ritmos más lentos, que te permiten respirar más tranquilamente, ir escuchando la radio o simplemente disfrutar de tu ciudad o de la naturaleza sin sufrir y sin ir con el pulso agitado.

Y en ese momento te planteas que quizás te estás equivocando, que quizás tienes que plantearte varios objetivos al año, pelear por ellos y entrenarlos fuerte y quizás el resto del año disfrutar de correr, salir sin planes de entrenamiento, a ritmos suaves, pensando en tus cosas y no mirando el cronómetro.

El día que te pasa eso si algún día os llega eso...es que os habéis convertido en HAPPY RUNNERS, si algún día en ese balanceo del que hablaba antes comenzáis a priorizar el disfrutar de correr, es que os habéis pasado al lado oscuro, es que sois HAPPY RUNNERS, es que podéis ir a Malpartida a una maravillosa Media Maratón como la del pasado domingo, pero con frío , agua y barro... y disfrutar de ese paraíso en la tierra que son Los Barruecos en lugar de exprimirte.

Si te pasa o te está pasando, si te estás planteando tener menos objetivos que preparar de forma intensa y concienzuda, y el resto del año disfrutar únicamente... es que has llegado a un club que no tiene forma jurídica, pero sin duda es el más numeroso entre los de nuestra especie. Y si te has convertido en un HAPPY RUNNER, es que realmente piensas estar corriendo toda la vida. Y eso son palabras mayores.