Viento de unos cinco nudos. Es decir, casi nada. Es la previsión para hoy, mañana y pasado en el campo de regatas olímpico de Qingdao, sede de las pruebas de vela, en el que en esta jornada inaugural debutan Rafa Trujillo (Finn) y Mónica y Sandra Azón y Graciela Pisonero (Yngling). Y mañana lo hacen Iker Martínez y Xabi Fernández (49er), que defenderán el oro de Atenas.

"Como no se pongan 10.000 chinos a soplar, no sé cómo lo vamos a hacer", bromeaba ayer un tranquilo Trujillo, plata en los anteriores Juegos. Tranquilo y más delgado que nunca. Ha perdido 15 kilos en un año para poder enfrentarse con éxito a esta rara meteorología para el deporte de la vela. Cuanto menos pese, menos se hundirá su barco y más veloz irá en el campo de regatas.

En este país tan supersticioso, en que en todos los coches, casas y edificios se cuelgan amuletos para la buena suerte, parece una maldición. Pero es lo normal. Nadie entiende cómo se ha podido elegir Qingdao para las pruebas de vela, un deporte que necesita del viento para su práctica. Las estadísticas meteorológicas de la ciudad china, situada a orillas del mar Amarillo de la bahía de Fushan, 550 kilómetros al sureste de la capital, son alarmantes. En agosto, medias de entre seis y ocho nudos (11-15 km/h), una ligera brisa con la que apenas ondea una bandera. Así que menos aún se mueve un barco. En palabras del regatista andaluz, "es como si se hiciera un mundial de esquí en un valle sin nieve". Este será el principal rival de los regatistas españoles, junto a unas corrientes fuertes y confusas que hay en Qingdao.

Los españoles, delgados

El equipo español ha echado mano de todos los recursos posibles para salir airoso de esta situación. Menos la windsurfista Marina Alabau, todos han adelgazado. También lo han hecho la mayoría de los deportistas de otros países. Según Alejandro Abascal, director de Preparación Olímpica de la Federación Española de Vela, "todos están muy flacos, a veces casi anoréxicos".

Y es que las condiciones metereológicas son impredecibles. Lo normal es muy poco viento, de hecho en casi todas las fotos promocionales de los Juegos en Qingdao las embarcaciones en lugar de navegar van remolcadas por neumáticas, pero algún día de repente pueden soplar 15 nudos. Sin embargo, "entonces aparece la niebla", una espesa niebla que apenas deja ver más allá de 10 metros de la embarcación, se queja la doble medallista olímpica Natalia Vía-Dufresne, mientras una amplia flota de pesqueros chinos permanece al acecho de posibles manchas de algas, otro de los adversarios para la práctica de la vela, ya que las plantas se enredan en la orza y el timón.

Ayer brillaba el sol en Qingdao. "Es la primera vez en tres años que hemos venido aquí que podemos ver los edificios del skyline", cuenta Abascal, que descarta que puedan soplar tifones durante los Juegos: "Había un aviso de que podría tocarnos la cola de uno el día 12, pero eso solo significa que tendremos vientos medios".

Brisas medias con las que sueña la delegación española. "Somos superiores cuando hay más viento", recuerda el jefe de equipo. Rafa Trujillo admite que afronta estos Juegos en mejores condiciones que los de Atenas, y allí se colgó la medalla de plata. Sin embargo, y a pesar de haber adelgazado tanto, es también consciente de su punto débil: "Por debajo de cinco nudos no ando ni para atrás", afirma el regatista español que opta a lograr una medalla para España.