Galipos, esputos, escupitajos, gargajos... Fue el partido de los aros escupidera: balón fácil que intentaba encestar el Cáceres, balón que salía expectorado cual flema maldita. Desde el primer minuto se vio que el viernes pintaba hemoptísico y salivadero. El Granada era un equipo de verdad, no una tribu aguerrida de peloteros de la calle. Controlaba con solidez y defendía con la lección aprendida.

El público también se puso flemático y nadie, salvo el Granada, escapaba a la mucosidad. Ni Sallier, renegado, ni los malabaristas, controlados, ni los bases, agarrotados.

Entre tanta desesperación y tanta escupitina, los granadinos, además de ganar, disfrutaban echando miradas a las chicas del Don Frío : un elenco vikingo de tres continentes que comía fruta tras el banquillo visitante y respondía: "Mí no entender" cuando algún espectador preguntaba cualquier cosa.

Entre los aros gargajosos, las muchachas rubias que no entendían y el descontrol del Cáceres, la grada se puso nerviosa. Un líder de ce , ce , o , o , que diría Urdaci, sentenció: "Parece como si no cobraran". El sindicalista justificó después a los obreros: "Bastante hacen, otro que llevara dos meses sin cobrar el sueldo no daba un palo al agua". El público así lo entendió y al final, tras algunos pitos destemplados, aplaudió, relativizó: "Un día malo lo tiene cualquiera" y se esperanzó: "A ver si el domingo 16 contra el Plasencia".