Sus seguidores dicen que es rápido, agresivo, bueno, muy bueno; sus detractores que no hay nadie con más suerte en la parrilla de F-1. Y algo hay de ambas opiniones en Lewis Hamilton, el rival que arrebató el título mundial a Felipe Massa en la última curva, del último gran premio de la temporada pasada, el piloto que se estrelló a falta de una vuelta 15 días atrás en Monza, el tipo que no cometió ni el más mínimo error bajo los focos de Singapur para llevarse un triunfo que comenzaron a allanarle en la calificación y que terminaron por dejarle expedito los errores de Nico Rosberg y Sebastian Vettel.

El triunfo del británico es una prueba de su ambición, de su constancia y también de esa suerte que casi nunca le abandona y que debe proceder de algún santuario inglés al que también peregrina Jenson Button. Puntito aquí, puntito allá, el inglés administra su ventaja. El error de Vettel y la avería en la caja de cambios de Barrichello hacen ver a Button el título más cerca incluso sin ver el podio ni de lejos. Saca 15 puntos a su compañero y 25 al alemán de Red Bull. Solo restan tres carreras y a este ritmo llega totalmente sobrado.