Gustavo Aranzana (Valladolid, 23 de marzo de 1958) centrará muchas miradas el próximo viernes en el Multiusos, que visita con su nuevo equipo, el Leyma Coruña. El extécnico del Cáceres Patrimonio de la Humanidad (ocupó el puesto desde finales de 2009 a mediados de 2012) llega al frente de un equipo que va a más. Enfrente encontrará a un rival que no termina de funcionar en este inicio de temporada y cuyo entorno conoce muy bien.

-¿Esto de que siempre es especial jugar en un sitio donde se ha trabajado anteriormente en realidad es un tópico?

-Hay los dos cosas: algo de especial y algo de tópico. Es la primera vez que vuelvo a Cáceres con otro equipo y tiene una dosis de cariño por saludar a muchísima gente con la que he mantenido el contacto. Pero al final no deja de ser un partido y todos tenemos que centrarnos en nuestro trabajo, que es intentar ganar.

-¿Qué sabor le queda de los dos años y medio que dirigió al equipo?

-Jugamos playoffs las tres temporadas y en la última estuvimos a punto de jugar la final. Me tuve que ir porque el proyecto había tocado techo. El club quería que siguiese, pero su línea ya no era la misma. No se podían mantener muchas cosas esenciales. Luego llegó Carlos Frade y... se emprendió un camino para subsistir. El año siguiente hasta se bajó a Plata por voluntad propia. Me fui con pena, pero también me gusta marcharme de los sitios con buen sabor de boca, con las puertas abiertas. Tengo mucha amistad con la directiva. La última vez que estuve fue para ejercer como padrino en la presentación de la cantera.

-¿Siente que se valoró su trabajo en su momento?

-Sí. Al final, sí. Siempre dije que por las circunstancias eran difíciles cuando entré. Sustituí a una persona muy querida que ha hecho mucho por el baloncesto de allí [‘Piti’ Hurtado]. Tengo una magnífica relación con él. Yo tenía siempre que demostrar y justificar muchas cosas y fue un camino con dificultades. Quizás no era alguien muy querida, o no caía simpático, pero al final sí que se me valoró. Los últimos ‘playoffs’ contra Burgos y Melilla fueron magníficos. Si hubiésemos pasado, hubiésemos jugado contra Menorca. Quizás no hubiéramos subido y hubiéramos aumentado la deuda del club. Quién sabe.

-Desde entonces ha pasado por Venezuela y Marruecos… ¿Por qué a un hombre de su historial le ha costado tanto volver a entrenar en España?

-No tiene altavoz lo que haces fuera. No llega. He jugado ‘playoffs’ allí donde he estado, pero no ha tenido trascendencia. Cuando intenté volver me dijeron que llevaba mucho tiempo fuera, y yo respondía que no había ido a la playa, sino a entrenar.

-El año que viene cumplirá 60 años...

-Este es un país de etiquetas. Me remito a mi trayectoria. ¿Que soy viejo? No. Lo que pasa es que empecé muy joven y tengo mucha experiencia. Ahí está Aíto García Reneses, que con 72 años está entrenando en Alemania al Alba de Berlín. Hablar es gratuito: solo te critican los que no te conocen y no te han visto trabajar. Y sobre todo, los que no han empatado con nadie.

-En Marruecos su carrera pareció peligrar por unas taquicardias que sufrió, ¿no?

-Cuando no sabían lo que me había pasado y estaba en el hospital, pensé que sí y que ni siquiera podría volver a tener una vida normal. Pero afortunadamente se quedó en un susto y estoy fenomenal, más fuerte que antes.

-Debió suponer una gran alegría que le llamase un club como el Leyma Coruña...

-Sin duda. Tenía otra opción en LEB Oro, pero escogí venir a Galicia. Es un club que va hacia arriba en cuanto a ilusión, aunque económicamente estamos recortaditos, como todos en Oro. También me habían ofrecido ser seleccionador de Perú dos años y lo hubiese cogido.

-Es que a usted le encanta lo de entrenar...

-Es verdad, pero es que no sé hacer otra cosa. Me gustaría tener una empresa, pero a los tres días sé que la dejaría para irme a entrenar. Cuando estaba en Valladolid descansando después de lo que pasó en Marruecos me iba a hacer tecnificación con unos chicos a un club pequeño que se llama La Flecha. Quería probarme.

-En los últimos años el Leyma ha jugado ‘playoffs’. Es lo mínimo que se le va a pedir allí...

-Sí, es el objetivo, y luego ver hasta dónde llegamos. Es un sitio muy estable. Se fijan mucho en el trabajo, en mejorar a los chicos, en que el club progrese en todos los aspectos. El anterior entrenador [Tito Díaz], hizo cuatro años magníficos, pero se decidió cambiar el rumbo y esa es la intención: estar arriba. Luego ya veremos lo que pasa.

-Su equipo empezó mal, pero ahora ha mejorado y al partido del viernes llega con menos necesidad que el Cáceres...

-Necesidad de momento no hay para nadie. Desconozco las expectativas que tenía Cáceres. Tiene un equipo peligroso, pero que no está todavía afianzado en el juego. Los vi en el partido contra el Sammic y dependen mucho del tiro exterior. La lesión del segundo base [Pol Olivier] les ha hecho daño porque han tenido que reajustar cosas. Todavía están en formación, pero cuando juegan con ritmo y no se atascan en el tiro exterior, son peligrosos. Si bajan el ritmo y fallan, se atascan. Tienen el mismo problema que nosotros: no están dominando el rebote para intentar correr.