El estrambótico Dimitri Piterman, a quien casi toda la ´jet´ futbolística ha demonizado en los últimos meses, debe estar carcajeándose de sus muchos detractores. El presidente-delegado-fotógrafo del Racing de Santander ha salido fortalecido tras ejercer de otra de sus condiciones de personaje polifacético: la de entrenador.

Piterman se ha quedado con todos los que le han criticado con argumentos. Y en en fútbol los argumentos sólo tienen un nombre: las victorias.

El Racing ya está salvado matemáticamente de descender a Segunda División. Y lo ha hecho con dos jornadas de antelación al final de la Liga. ¿Qué dirán ahora los que pronosticaban que el Racing se iría al garete por la falta de alguien ´acreditado´ en el banquillo? Uno tiene una teoría muy simple: en el deporte los verdaderos actores son los deportistas, y sobre todo en los de equipo. Piterman ha demostrado a todos que él también puede triunfar, y para ello ni siquiera se ha amparado en una plantilla teóricamente buena. Es más, hombre por hombre, quizá el Racing sea de los tres peores equipos de Primera División.

El Cáceres bajó, pero no por Hussein; el Badajoz, si desciende, no será por Miranda; el Cacereño no juega la liguilla no por las tácticas de Díaz; el Extremadura, otro tanto de Francisco. Fundamentalmente, los mayores fracasados de una mala campaña son los jugadores, ganadores y perdedores.