El territorio Contador es una encantadora zona francesa que sobresale del nivel del mar. Hay peñascos, todo cuestas, unas más empinadas que otras, caminos en ascenso que solo pueden conducirlo a la cima del Tour, la que persigue con ahínco, para la que se está preparando Alberto Contador a conciencia desde principios de año. Tras el final de lo peligroso --ayer ganó Cavendish de nuevo en otra llegada-- hoy la ronda francesa comienza a olvidarse del llano tedioso y aburrido para adentrarse en los bellos parajes de la montaña. Hoy tocan, como aperitivo, los montes del Jura, y mañana los grandes Alpes.

Había temor --y casi terror-- por los tramos de pavés del pasado martes. Allí solo un favorito cayó eliminado: Frank Schleck. El resto perdió unos pocos minutos, no gran cosa, para que todo quede pendiente de la primera gran batalla en la montaña. Contador salió bastante airoso de los adoquines con trampa. "Me encontre super bien, muy cómodo". De ahí que las diferencias, a favor o en contra, sean mínimas. El bicampeón del Tour apenas pierde 1.01 minutos con Cadel Evans y 31 segundos en relación a Schleck, mientras que le gana 9 segundos a Denis Menchov y 59 a Lance Armstrong.

¿Atacará Contador? Es la gran pregunta. Lo cierto es que ni él lo sabe. La cabeza le pide paciencia. ±Creo que en los Alpes estaré más a la expectativaO. Sin embargo, el cuerpo le exige marcha. "Voy pensando constantemente: no ataco, no ataco. Pero al final, tal cual me pasó en el Dauphiné, no puedo reprimirme y ataco". Por eso, no está descartada una ofensiva del ciclista madrileño, sobre todo en la etapa de mañana, primera llegada en alto, primer asalto en los Alpes, en la cumbre de Avoriaz.

La ofensiva le puede comportar un premio que aún no desea recibir el bicampeón de la grande boucle: el amarillo. Y no por él, que lo lucirá con orgullo, si no por el desgaste que acarrea. Contador, más que sus fuerzas, debe administrar la de sus gregarios. Sabe que el Astana 2010 está limitado y, en bloque, tiene las de perder ante la fortaleza del RadioShack de Armstrong y el Saxo Bank de Schleck.