Lilian Thuram jugó ayer su partido internacional número 116, igualando así el récord de selecciones de Marcel Desailly, una proeza para un jugador que, al margen del fútbol es un hombre comprometido.

A sus 34 años, el defensa antillano podría superar esa marca si es alineado en el próximo partido, algo que parece probable pues el jugador, campeón del mundo y de Europa, cuenta con la confianza del técnico.

Thuram compartió los éxitos de la época dorada del fútbol francés, encabezados por los títulos de campeón del mundo en 1998 y de Europa en 2000, pero a su fama de futbolista ha añadido una labor civil que ha incrementado su figura.

Allí donde hay una causa que considera justa, Thuram pone su nombre, su imagen y toda su notoriedad. Bien sea contra el racismo, en favor de los jóvenes desfavorecidos o de los territorios franceses de Ultramar.

Lucha contra el racismo

Su compromiso con los más desfavorecidos proviene de sus orígenes. Nacido en la isla de Guadalupe, Thuram se trasladó con nueve años a la Metrópoli, donde se instaló en la periferia de París y enraizando su lucha contra el racismo.