FORMA CACERES 2016 1: Mario, Almeida, Luis Coria, Thiago Paz, Kadú --equipo inicial-- Bruno Ribeiro, Carlos Sierra, Kike Barroso, Edo, Pablo Angel y Sergio.

BADAJOZ FS 1: Jaime, Luisfer, Bole, Baena, Aarón --equipo inicial-- Alberto, Petete y Popy.

GOLES: 1-0: min. 14, Thiago Paz. 1-1: min. 36, Petete. En la tanda de penaltis se impuso el Badajoz por 2-3.

ÁRBITROS: Gutiérrez del Campo y Santos Manzano. Sin amonestaciones.

INCIDENCIAS: En la final de consolación, el Navalmoral superó al Zorita por 4-3.

Se impuso el mono de faena al frac. El trabajo y las ganas acabaron con el talento y la clase. El pequeño pudo con el grande en una romántica final del trofeo Cáceres Patrimonio de la Humanidad. El Badajoz FS rompió la mayor capacidad técnica que se le presupone a un equipo con aspiraciones de División de Plata frente a un equipo que la temporada pasada militaba en Primera B. El Forma perdió su torneo en la tanda de penaltis tras empatar a uno, pero los pacenses lo ganaron en cada una de las esforzadas acciones defensivas durante los 40 minutos previos.

El partido tuvo un regusto especial para dos miembros que personalizan bastante bien el espíritu del Badajoz y que curiosamente en el pasado defendieron los colores del equipo cacereño. El técnico Antonio Salguero es un hombre de carácter que en su día salió del Forma tras ascenderle a División de Plata y Bole, un guerrero del fútbol sala que ha visto abocado su futuro a tierras pacenses tras militar la pasada temporada en Cáceres.

BUEN REGUSTO Ese espíritu de entrega y las ganas de ser profeta en su tierra contagiaron al resto del Badajoz, un equipo con menos rotaciones y más limitado pero que supo plantear perfectamente su estrategia. En ningún momento perdió la fe y solo encajó un gol en la primera mitad. El Forma embotelló a su rival en el segundo tiempo, pero el empuje cacereño se estrellaba contra unos jugadores entregados.

El sonrojo local se hizo mayor cuando Petete marcó el tanto del empate, eso sí, de rebote y con fortuna, pero gol al fin y al cabo. En los penaltis, el dios del fútbol sala quiso premiar al que más había sufrido y honrar justamente su esfuerzo.