Año II de la F-1. Bueno, año II para la afición española. La segunda temporada en la que un español, Fernando Alonso, va a convertirse en el gran protagonista del campeonato más mediático del año y en el piloto en que se centrarán todas las miradas.

El Mundial 2006 de F-1 tiene demasiados atractivos, demasiados retos, demasiadas incógnitas que despejar, demasiadas dudas en el aire y, sobre todo, un montón de problemas por resolver cara al futuro que será muy complicado que pase desapercibido.

Cuando muchos decían que el campeonato estaba en crisis, de capa caída, por fin surge la alternativa a Ferrari y no viene, curiosamente, de nadie rico, rico, como podría haber sido la poderosa escudería McLaren-Mercedes, el veterano Frank Williams, que se ha quedado sin dinero, o el poder japonés liderado por Toyota y Honda. No, la alternativa, el equipo que hiere de verdad a la scuderia , viene desde el mismo centro de Europa, desde la Francia más tradicional, desde Renault, que ha puesto en manos de un españolito capaz de derrotar al imperio rojo.

Ese campeonato nuevo, refundado, que se planteará su futuro durante los próximos meses al agotarse este mismo año el legendario Pacto de la Concorde, no sólo no ha perdido interés sino que lo ha aumentado hasta confeccionar una parrilla con 22 coches y ha prolongado su calendario hasta los 18 grandes premios, una locura que se pone hoy en marcha y no para hasta que llegar, el 22 de octubre, a Brasil.

LOS COSTES Y, dada esta magnitud, confirmado el auge de la competición y, muy especialmente, el márketing, la imagen y todo el plástico que comporta este acontecimiento, no deja de ser extraño que el amo del cotarro, sí, el llamado Bernie Ecclestone, aquel pillo al que conocen por tiito Bernie en Jerez, se queje de que "los equipos derrochan el dinero sin sentido, se gastan mucho más dinero de lo que deberían". ¿Deberían? ¿Pero no hemos quedado que éste es el mayor escaparate del mundo?

Es muy posible que Ecclestone ya llegue tarde a poner freno a semejante desmán. Y lo digo, no tanto porque McLaren posea en su hospitality ceniceros con aspirador que chupan la ceniza del cigarrillo antes de que su propietario lo acerque al estercolero, sino porque las grandes marcas (Ferrari, Renault, BMW, Honda, Toyota y Mercedes) se han dado cuenta de que no hay nada mejor para vender utilitarios y no tan utilitarios que ganar el Mundial de F-1. Así se entiende, o no, que Toyota invierta este año 420 millones de euros (70.000 millones de pesetas) en intentar ganar, sino el Mundial, sí algún gran premio.

CAMBIOS ´PRO FERRARI "No tiene sentido que Toyota se gaste esa barbaridad --afirma Ecclestone-- , como tampoco la tiene que la media por escudería sea de 200 millones de euros y que la FIA intente que, en el 2008, el máximo sea de 100. Yo creo que se pueden alcanzar los mismos resultados con muchísimo menos dinero". Y lo explica: "Si Cosworth es capaz de ofrecer un motor a un equipo por 14 millones de euros por temporada, los demás deberían de poder hacer lo mismo". Pero no es fácil, porque las escuderías tienen contratados a cientos de empleados, ingenieros, diseñadores, mecánicos, programadores, etcétera. También eso le parece mal a Ecclestone. "Eso es una exageración de personal", dice. Pero, de ser un monstruo, es su monstruo, pues lo ha creado él, que sólo pagaría "mucho dinero al piloto, que ofrece la mejor imagen de la marca. Y gana".

NUEVOS CAMBIOS Podemos hablar del tamaño del campeonato, del número de escuderías, de los pilotos, de su interminable calendario y del futuro, pero el presente es, más o menos, el mismo que el año pasado. Cierto, con algunas variaciones que afectan especialmente al tipo de competición y, algo menos, a la parrilla de salida. A la competición porque, a petición de Ferrari, que es quien sigue moviendo los hilos en la F-1, el torneo de la velocidad ha vuelto a cambiar sus normas como casi cada año. Y las ha cambiado para favorecer a los rojos, cuyos neumáticos Bridgestone no duraban toda la carrera. Pues, listo, ya tienen la fórmula: se cambiarán.

Y no sólo eso. También han variado los últimos entrenamientos oficiales, con los que se compondrá la parrilla de salida. Tanto, que muchos ni los entienden. Otro detalle son los motores, que han perdido 200 caballos por el camino de las negociaciones, y de los 900 caballos de potencia se ha pasado a los 700, aunque, ya verán, al final los coches acabarán corriendo igual que el año pasado y, por tanto, el peligro será el mismo.

Los fabricantes, las grandes marcas, que han aceptado alguna de esas variaciones a regañadientes --hay quien cree que en el 2007 volverá a cambiarse todo, máxime si el play boy italiano Flavio Briatore accede, como se rumorea, al trono de Bernie Ecclestone--, se han convertido en las grandes estrellas del paddock . Ferrari porque es Ferrari; Mercedes porque está asociada al lujo de McLaren; Renault porque es la campeona, de constructores y pilotos; Toyota porque llega rompedora y dispuesta a dejarse una fortuna en el triunfo, en el intento; Honda porque no puede permitirse ni más fracasos ni que le derrote Toyota; BMW porque estaba harta de que Frank Williams se guardase su dinero y no lo invirtiera en la mejora del coche; y el dueño de Red Bull, el multimillonario austriaco Dietrich Mateschitz, porque no sólo ha comprado Jaguar (Red Bull), sino que ha adquirido Minardi (Toro Rosso) para fardar.

Ya ven, es muy difícil bajar los costes, pues todos ellos quieren, no sólo tener a los mejores diseñadores, los mejores motores, los mejores pilotos, los mejores túneles de viento, sino ganar. Y Ecclestone es el primero que sabe que sólo gana quien invierte. Pero, como acaba de comprobarse con el sorprendente anuncio efectuado hace ya algunos meses por el poderoso Ron Dennis, amo de McLaren junto a jeques árabes y Daimler Chrysler (Mercedes), lo más importante para intentar ganar es tener al mejor piloto. Y, por lo visto el año pasado, no hay otro como Fernando Alonso, al que Dennis acaba de rescatar de las garras de Briatore por tal cantidad de dinero que lo primero que ha hecho el asturiano es comprarse una casa junto al lago Leman, en Suiza, claro.

LA JUGADA DE DENNIS No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el principal objetivo de Dennis tras varios años de derrotas es dañar cuanto antes y mejor a sus más directos rivales, en este caso Ferrari (a quien también ha arrebatado su patrocinador principal, Vodafone), Renault (a quien deja tocado tras el anuncio de que su chico de oro cambiará de equipo en el 2007) e, incluso, a sus pilotos, Kimi Raikkonen y Montoya.

La parrilla no sólo cuenta con el atractivo de un portentoso Alonso vestido aún de azul Telefónica y con el número 1 en el morro de su nuevo R26, sino también con un renovado Schumi ( "no quiero vivir la frustración de no ser competitivo" ) y un muy motivado Raikkonen, el hombre de hielo . De este último se dice que ha llegado ya a un acuerdo para correr en el 2007 con Ferrari, si no en el puesto de Schumacher, que igual sigue, sí en la plaza de Felipe Massa, que ha firmado por sólo un año con los de Maranello. ¿O será Valentino Rossi quien ocupe ese monoplaza rojo?

Luego los hay excelentes, como un revanchista Rubens Barrichello, que ha cambiado Ferrari por la poderosa Honda, donde compartirá equipo con el británico Jenson Button, que o estalla este año o deberá de cambiar de profesión. Y, cómo no, los dos Toyota del soberbio Ralf Schumacher, otro al que se le está pasando a marcha forzadas el arroz, y Jarno Trulli.