VALLADOLID: Lledó; Torres Gómez, Mateo, Jonathan, Oscar Sánchez; Sousa (Robles, min. 73), Zarandona, Figueredo, Alvaro (Moré, min. 60), Víctor (Losada, min. 62) y Aduriz.

REAL MADRID: César; Salgado, Mejía (Roberto Carlos, min. 78), Samuel, Pavón, Raúl Bravo; Celades, Javi García, Solari; Owen y Soldado (Jurado, min. 58).

ARBITRO: Pino Zamorano (Castellano-manchego). Mostró la cartulina amarilla a Samuel, Pavón y Javi García.

INCIDENCIAS: Encuentro de ida de los octavos de final de la Copa del Rey. La vuelta se disputa la próxima semana.

Real Valladolid y Real Madrid empataron en Zorrilla un partido muy táctico y de pocas oportunidades, en el que los locales tuvieron las mejores opciones, pero la ausencia de goles deja la eliminatoria en el aire y se decidirá la próxima semana en el Bernabéu

El brasileño Vanderlei Luxemburgo buscó de salida el pragmatismo y el equilibrio defensivo ante un Valladolid que salió con menos suplentes de los anunciados y que protagonizó en los primeros minutos un par de llegadas peligrosas por medio de Víctor, el jugador de más calidad del equipo vallisoletano.

Al equipo madridista le faltó profundidad por las bandas, fundamentalmente por la izquierda, donde Raúl Bravo no tiene el recorrido ni la viveza de Roberto Carlos.

RESISTENCIA LOCAL El equipo de Sergio Kresic mostró durante los primeros minutos su mejor cara, aunque con el balón en los pies no tuvo la salida rápida que buscaba su entrenador, porque los jugadores de medio centro adolecieron en ocasiones de falta de criterio en el pase.

El Valladolid no se mostró vulnerable en defensa, como acostumbra en los partidos de Zorrilla, aunque concedió un remate franco a Roberto Soldado que el delantero de la cantera madridista pifió en lo que fue la primera y mejor ocasión para el Real Madrid (m. 24).

Ante la escasa tolerancia de la zaga madridista, ayer muy poblada, el equipo de Kresic decidió atacar por las bandas y ahí el partido sufrió una mutación notable. Luxemburgo trató de poner desde el banquillo los remedios adecuados, pero la fragilidad de Raúl Bravo otorgó facilidades y espacios a un Real Valladolid cuya insolencia crecía con el paso de los minutos.

La suma de todas estas circunstancias ofreció un partido equilibrado entre dos equipos más especulativos que, audaces hasta que en la recta final del primer tiempo, el Valladolid gobernó el medio campo, se vio superior y pudo marcar por medio del goleador Aritz Aduriz (minuto 36).

NADA CAMBIO La segunda parte fue más de lo mismo. El Real Madrid, lastrado por las ausencias de sus jugadores de mayor calidad, apeló a las arrancadas del argentino Santiago Solari para hacer daño a un Valladolid que pudo golpear nada más salir del vestuario por mediación de David Sousa.

El deseo de no perder hizo que el partido se fuera diluyendo, aunque la salida de Xavi Moré le dio al Valladolid un sello fulgurante, una velocidad más en la banda izquierda que sus compañeros no aprovecharon.