De dios a dios, de rey a rey, de ídolo a ídolo, de mago a mago. Diego Armando Maradona acudió ayer a presenciar el Gran Premio de San Marino como el espectador número 51.157. Bueno, con más privilegios que nadie, claro, incluso con el honor de ser el primero en felicitar a Valentino Rossi, el heptacampeón del mundo italiano, nada más lograr una victoria que, sin duda, será histórica. ¿Histórica por qué? pues porque se trata de su triunfo número 94, que le proporcionará, dentro de unas semanas, su octavo título mundial. Más. Es el triunfo 700 de Italia en el Mundial y es la victoria con la que iguala, con 68 logros, el número de grandes premios de la categoría reina establecidos por el mítico Giacomo Agostini.

Puede, seguro, que el Pelusa no tuviese ni idea de todo eso. Pero, nada más ver a Rossi, Maradona agachó su cabeza, le rindió pleitesía y extendió su mano derecha, la mano de Dios, sí, y le dijo: "Acabas de entrar en la historia, eres el más grande". El Doctor, que una hora antes había "flipado", según reconoció su amigo íntimo Uccio cuando dio la bienvenida al as argentino, le devolvió el cumplido diciéndole: "Tú sí estás en la historia, tú si habitas ese cielo repleto de astro y, te digo más, soy yo quien debería besarte los pies".

Así fue el inicio y el final de una de las victorias más cómodas de Rossi (Yamaha) se limitó, simplemente, a distanciarse cuanto antes de los tres mosqueteros españoles: Jorge Lorenzo (Yamaha) hizo otro de sus carrerones, regresando al podio tras ocho grandes premios; Toni Elías (Ducati) repitió su segundo cajón consecutivo, y Dani Pedrosa (Honda) se limitó a cumplir antes de anunciar que el equipo le ha conseguido ya los neumáticos Bridgestone para que los pruebe hoy en Misano.

EL GRAN ADVERSARIO Mientras Casey Stoner (Ducati) salía, de nuevo, disparado, alocado, fuera de sí, pero controlando (o eso dijo tras su caída), Rossi recuperaba terreno, superaba a Pedrosa, que había tenido otra gran arrancada, y se encaminaba a asustar al único rival que le podía hacer sombra. Stoner, en efecto, adquirió tres segundos en tres vueltas, pero, como ocurrió en Brno y Laguna Seca, se cayó por otro gravísimo error de pilotaje.

Eran las 14 horas 11 minutos y 42 segundos y el Mundial había llegado a su final. "No me lo podía creer", reconoció Rossi, "¡otro regalo de Casey". Y como se trata del Doctor, ya no hubo más, ni posibilidad de error. Rossi adquirió el mando de la situación, Lorenzo se puso a rebufo, Elías consolidó el bronce y Pedrosa, que ya estaba pensando en otras cosas, se conformó con el cuarto puesto, que le mantiene con posibilidades de repetir el subcampeonato.

La carrera de 205cc fue sin duda la mejor del Gran Premio de San Marino. Y no porque supone el regreso de Alvaro Bautista a lo más alto del podio, que también, y su relanzamiento en busca del título mundial que se había prometido al inicio de temporada. No, no solo por eso, sino porque la lucha fue tan fuerte, tan dura, tan vistosa, tan espectacular, que por poco acaban a puñetazos.

La prueba de 125cc fue para el húngaro Gabor Talmacsi, pero Marc Márquez, que superó a Nico Terol en la última vuelta --"en ese giro tiré a muerte y fui el más listo de mi pelotón", comentó el joven--, no parecía dispuesto a contentarse con un puesto sin brillo. ¿Por qué te la jugaste tanto , le preguntaban sus familiares. "Porque estamos en un momento de la temporada en la que se deciden muchas cosas y yo he de demostrar a mi fábrica que merezco tener moto competitiva".