Radiante mañana de San Jorge sobre un Príncipe Felipe con un inusitado ajetreo. Colas en los accesos, dificultades de aparcamiento, muchas caras conocidas, charlas en grupo, reencuentros, camaradería... El fútbol fue ayer una excusa para reunir en torno a una familia la solidaridad y el recuerdo de la afición cacereña por una pérdida querida. Muy querida, por lo visto ayer en el otrora señero estadio. "Juega el Madrid", decía alguien sorprendido. "No, hoy juega Sergio", respondía otro emocionado.

El partido de homenaje a Sergio Trejo, capitán del Ciudad de Cáceres fallecido trágicamente en marzo, desbordó las previsiones. Era un día de tributo, de arrimar el hombro en torno a su familia, a su novia y su futuro hijo. Y la gente no falló. Desde los aficionados más modestos de los clubs más modestos, pero dignos, de la ciudad hasta el presidente de la Federación Extremeña, Juan de Dios Monterde; el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Cáceres, Manuel Lucas; el delegado federativo en Cáceres, Pedro Rocha; técnicos como Fran Nacarino, Rafa Rus...

En el recuerdo

Los ojos estaban puestos en el césped --donde se enfrentaban el equipo de Sergio junto a un grupo de amigos de éste--, pero la mente y las emociones viajaban mucho más lejos. Allí donde van aquellos que dejan una huella indeleble.

No todos los presentes tuvieron la suerte de conocer al futbolista. Pero éstos eran los más impresionados por la corriente de simpatía que se hizo pública ayer. "No le conocía, pero es inevitable apreciar a alguien con quien la gente se ha volcado de esta manera. Se percibe el hueco tan enorme que ha dejado", decía uno de los presentes.

La tribuna del estadio estuvo a rebosar física y anímicamente. La corriente de simpatía y fidelidad que se percibía en torno a la familia era inmensa.

Y en el campo los goles caían como una letanía. Cada uno de ellos era una catarsis colectiva. Un homenaje, un beso, una caricia, un abrazo... Los jugadores se fundían en abrazos, el dedo índice apuntando hacia el cielo. El definitivo 3-2 para el Ciudad de Cáceres en el último minuto fue la explosión de afecto final. Un abrazo entre todos los jugadores, entre todos y cada uno de los aficionados. Un escalofrío recorrió la espalda de muchos de los presentes que, mirando por última vez al cielo, daban las gracias a Sergio por todo lo que les dejó.