Toni Nadal llegó a ser uno de los 30 mejores tenistas españoles de los 80. El y su hermano Miguel Angel, ex futbolista internacional, levantaban la llama del deporte en una familia de cinco hermanos radicada en Manacor. Cuando Rafa Nadal tenía 10 años no sabía si dedicarse al fútbol o al tenis. Al fútbol jugaba bien, pero Toni, entrenador del Club de Tenis Manacor, le fue convenciendo para que probara con la raqueta.

--¿De verdad creía que Rafa iba a ganar la final del Abierto de Australia?

--¿Usted cree que Rafael Nadal, número uno del mundo, acude a Australia sin pretensión de ganar? Por supuesto que confiaba en la victoria. Eso no significa que me maraville, aún más, la capacidad de recuperación que Rafa exhibió en Australia.

--¿Lo dice por la paliza que se metió dos días antes ante Fernando Verdasco?

--Lo digo, sí, por esas cinco horas interminables de buen tenis. Lo digo porque tuvo un día menos de descanso que Roger Federer. Y lo digo porque, horas antes de jugar la final, en el calentamiento, Rafa se mareó y sufrió problemas en un gemelo de su pierna.

--¿Cómo vivió esos instantes previos y cómo superaron esas dudas1--Como siempre, con entereza y fe. Fui a visitarlo cinco o seis veces al vestuario. Ya sabe, yo voy y vengo; habló un minuto con él y me voy; vuelvo al rato y le comento otra cosa; regreso y le recuerdo tal detalle. Y durante ese tiempo le pedí que pensase solo en positivo.--¿Cómo reaccionó él?--Rafa, como yo, sabía que iba a ser un partido muy duro y que el rival era, de nuevo, el más peligroso. Traté de ser su Obama particular. Le repetí mil veces el mensaje ´yes, we can´ porque, si alguien puede hacer realidad ese mensaje, ese es Rafael. Con él, podemos. Fue una manera como otra cualquiera de decirle que pensase en positivo y que era una gran oportunidad de hacer historia.--¿Qué le sorprendió de la final?--Jugaron cuatro sets muy buenos, pero en el quinto y definitivo no sé qué le ocurrió a Federer. Cuando perdimos el cuarto, pensé que la victoria aumentaba de precio. Seguía creyendo ciegamente en Rafa porque le veía bien pero, sinceramente, creí que costaría mucho más.--¿Qué pensaba en esos instantes?--Le dije a Carlos Costa, su mánager, que era vital que Federer no se despegase en los primeros juegos de ese último set. Temí que, dada la facilidad con la que había ganado el cuarto, se escapara enseguida. Era vital llegar empatados al 3-3 o 4-4 porque, en esas circunstancias, cualquier partido cobra una dimensión más mental que física y, si llega ese momento, Rafa es el mejor, mentalmente es muy fuerte, mucho. Pero, insisto, Federer se vino abajo.--El suizo argumentó que le encantaría ser zurdo como Rafa?--No puedo creer que utilice ese argumento como excusa. No, no, seguro que no lo dice con esa intención. Es cierto, sí, que su mejor arma, el revés cortado cruzado, pilla a Rafa de derechas pero no creo que Federer diga en serio que desearía ser zurdo como Rafa. Está claro que, hasta ahora, ser diestro no le ha ido nada mal.--¿Es cierto que casi llora al ver las lágrimas de Federer?--Cierto. Es lo malo que tiene el deporte: te lo pasas bien a costa de que otro pierda. Ni en tenis ni en fútbol disfruto con la desgracia ajena. Soy del Barcelona, pero no me gusta ver hundido al Madrid. Por eso me conmovió ver llorar a una persona de la categoría de Roger Federer.

--¿Cómo reaccionó él?

--¿Qué le sorprendió de la final?

--¿Qué pensaba en esos instantes?

--El suizo argumentó que le encantaría ser zurdo como Rafa?

--¿Es cierto que casi llora al ver las lágrimas de Federer?

--¿Ve capaz a su sobrino de ganar este año el Grand Slam?