PORTUGAL 1: Ricardo; Paulo Ferreira, Jorge Andrade, Couto, Rui Jorge; Costinha (Nuno Gomes m. 65), Maniche, Rui Costa (Deco m. 46), Figo; Simao (Cristiano Ronaldo m. 46) y Pauleta.

GRECIA 2: Nikopolidis; Seitaridis, Dellas, Kapsis, Fyssas; Zagorakis, Basinas, Giannakopoulos (Nikolaidis m. 67), Karagounis (Katsouranis m. 46); Vrizas y Charisteas (Lakis m. 73).

GOLES: 0-1: m. 7, Karagounis. 0-2: m. 51, Basinas, de penalti. 1-2: m. 93, Cristiano Ronaldo.

ARBITRO: Pierluigi Collina (ITA). Enseñó tarjeta amarilla a Costinha (m.21) y a Karagounis (m. 39).

Durante muchos años recordarán la tarde del 12 de junio del 2004. Los portugueses evocarán el día de la inauguración de su Eurocopa como una jornada que comenzó con una enorme ilusión y acabó presidida por la frustración a causa de la dolorosa derrota (1-2) ante la selección griega. También pasará a ser una cita histórica para los helenos. Su selección ganó, por fin, su primer partido en una gran competición tras haber participado en la Eurocopa de 1980 y el Mundial-94.

La fiesta de Oporto no acabó en drama porque al once de Luis Felipe Scolari le quedan dos partidos para reparar el desaguisado. El futuro, sin embargo, pinta bastante negro.

Si el equipo no supo manejar la enorme responsabilidad que sentía ayer, difícilmente podrá soportarla frente a Rusia y España, contra las que tendrá la ineludible obligación de ganar para no ser la primera selección que se despida de la Eurocopa. Grecia ya ha metido un pie en cuartos. Todo quedará pendiente de las dos jornadas que restan en la primera fase, pero de momento ha dado un paso firme para conseguir un objetivo para el que parecía que no había sido invitado en principio.

UNA CARGA INSOPORTABLE Los portugueses jugaron con una insoportable carga durante todo el partido. Con todo el país a sus espaldas y con las piernas agarrotadas sobre un césped lentísimo donde no corría el balón, fueron incapaces de abrir el muro griego y disparar a la portería de Nikopolidis hasta los últimos cinco minutos de partido. El gol de Cristiano Ronaldo no hizo peligrar en ningún momento el triunfo de Grecia, que administró con comodidad la ventaja que había adquirido en el minuto 7 con el gol de Karagounis.

Resulta comprensible que la imagen de Luis Figo sea la más utilizada en los plafones publicitarios. Esta selección es él y 22 más. El madridista condujo todas las iniciativas de ataque, sobre todo en la segunda mitad, pero no supo espolear a los demás ni ejercer de líder. Hizo su partido. Ni una palabra de aliento, ni un gesto de ánimo a sus compañeros, que nunca estuvieron a la altura. Rui Costa jugó como un veterano, sin aportar nada de profundidad, y Simao no desbordó ni una vez, como si no hubiera evolucionado desde que se marchó del Bar§a.

SIN CARACTER NI IDEAS A Portugal le faltó el carácter, como se sospechaba. Nunca ha tenido la obligación de llevar la iniciativa y el día que debía mandar, se hundió, sumiendo al país en una desilusión monumental. La fiesta en la que se había convertido el estadio Dragón de Oporto fue apagándose a medida que transcurrían los minutos. Se habría sentido más cómodo con el papel de Grecia, ordenadito atrás y jugando a ver qué pasa. Le faltaron, además, ideas. La experiencia que podía aportar Scolari con su psicología no se vio por ningún lado. Cambió a Rui Costa y Simao en el descanso; tan evidente era que debía hacerlo, que no tuvo mérito.

Todo el partido se jugó bajo la influencia del 0-1. El segundo tanto, tras un infantil penalti cometido por Cristiano Ronaldo, no hizo más que acelerar la pitada del público al equipo por la vergüenza que le hizo pasar el día en que Portugal se mostraba al mundo. A pesar del esfuerzo local, el resultado sólo se movería con el tiempo cumplido. Cristiano Ronaldo transformó el 1-2 definitivo.