No tuvo nada que ver con aquel 15 de junio del pasado 2002. La tensión que se vivió en El Viso en aquella fecha contrasta con la tranquilidad en el partido de ayer. Quizás no había tanto en juego como en aquel momento, ni estaba tan reciente una derrota en el minuto 97 después de tres penaltis en contra. Algún que otro calentón en la prensa local hizo el resto y provocó que un orondo ultra del Málaga sembrase el pánico dando patadas a cualquier seguidor o jugador verde que se le ponía por delante.

Pero ayer no aparecieron en el recinto malaguista skin heads para alterar el sosiego de la primaveral mañana costasoleña y todo transcurrió con la normalidad que debe haber en un espectáculo deportivo. Cierto es que tampoco seguidor alguno acompañó al líder en su visita al Málaga B, lo que hace tambalear el lema que quiere difundir el Cacereño en las últimas semanas de "A un club lo hace grande su afición".

El cambio de categoría y los incidentes de la fecha maldita deben haber hecho reflexionar al presidente Serafín Roldán y le dio un cambio de look a su Ciudad Deportiva. Los futbolistas ya no corren el peligro de tener a apenas un metro de la banda a los aficionados y unas coquetas gradas supletorias permiten contemplar el partido sin ningún tipo de sobresalto.