Alguien que lleva ese carrerón debe de figurar en la lista de todos los hombres de negocio de la F-1, de todos los equipos, de todas las marcas, de todos los cazadores de talentos, de todos los dueños.

Porque alguien que pasea su precocidad desde los tres años, que vive sólo y para alcanzar el sueño de ganar el Mundial de F-1, no ha de tener problema en conseguir su meta soñada --que no es la de ganar un gran premio, por eso ayer dijo que: "Espero que éste sea el inicio de una larga lista de éxitos"-- que no es otra que el título.

Para que lo sepan, el campeón más joven es el brasileño Emerson Fittipaldi, que logró el título con 25 años 8 meses y 29 días, es decir, a Alonso le quedan todavía más de tres años para alcanzar su meta.

Una meta que empezó a deslumbrar desde niño de la mano de su padre, José Luis, y que ha construido a base de inmunizarse contra la presión al tomarse las carreras como un juego. Alonso es grande porque siempre se ha reído de la presión, porque siempre ha sido el pequeño de su categoría y ganaba.