Corren malos tiempos para el ciclismo. Muy malos. El escándalo del Tour ha puesto en entredicho la credibilidad de este deporte, y eso solo ha sido la gota que ha colmado el vaso. El ciclismo, que para gran parte del público solo existe cuando se disputa alguna de las tres grandes carreras por etapas, se ha atado en el último año una piedra al cuello y está a punto, si no lo ha hecho ya, de lanzarse al agua.

Desde la última victoria de Armstrong en el Tour, los vencedores de las grandes vueltas han estado vinculados, de manera más o menos probada, con el dopaje. El equipo no fue la causa La Vuelta a España del pasado año inició esta racha nefasta de ganadores tramposos. Fue una bonita carrera, un igualado pulso entre Roberto Heras y Menchov que solo se decantó a favor del ciclista del Liberty gracias a que su escuadra se mostró más potente.

O eso se pensó entonces. Casi un mes después de finalizar la Vuelta, la orina de Heras le delató: positivo por EPO en la última etapa contrarreloj.

Heras dejó de ser el héroe que había logrado lo que nadie antes: cuatro Vueltas a España. Menchov, segundo clasificado final, recibirá el jersey dorado el próximo 25 de agosto en Madrid, en la presentación de los equipos para la Vuelta. Pero nada será lo mismo.

No ha habido traspaso de maillots en el Giro, pero no por eso su situación es menos vergonzosa. A diferencia de Heras, Ivan Basso, no dio positivo en ningún test antidopaje de la últimapa corsa rosa, que dominó de cabo a rabo.

Al del CSC se le veía feliz en el podio de Milán, pese a que durante los últimos días de la carrera se había filtrado que su nombre aparecía entre la lista de pacientes del doctor Eufemiano Fuentes. "Con Manolo Saiz me une una buena amistad, pero es demasiado atrevido, sin pruebas, decir que médicos de su entorno han llevado mi preparación", sentenció Basso.

Movidito comienzo

El Tour del 2006 empezó accidentado, tocado de muerte. Pero, cual ave fénix, resurgió de sus cenizas y ofreció etapas antológicas, con exhibiciones épicas, ataques irracionales, pasionales, de otra época. Pareció que la fuga de Landis camino de Morzine podía hacer olvidar todo lo ocurrido en los últimos meses. Pero solo lo pareció. Un exceso de testosterona acabó con el espejismo. Tres golpes mortales en los tres puntos vitales --Tour, Giro y Vuelta--, que todavía no sabe si conseguirá salir con vida de esta.