Dos están más que seguros. El tercero es muy difícil, pero no imposible. Alvaro Bautista y Jorge Lorenzo demostraron ayer, en el circuito de Brno, que es materialmente imposible que se les escapen los títulos mundiales de 125cc y 250cc. Su dominio, su poder, sus manos, su estrategia, su hambre de victorias y, también, por qué no decirlo, sus poderosas mecánicas, el hecho de que ambos se hayan convertido (se lo han ganado a pulso) en los pilotos preferidos de la marca italiana Aprilia, les han convertido en sólidos líderes y en firmes candidatos a los cetros mundiales que convertirían a ambos en estrellas de un Mundial en el que, otra vez, la armada española parece casi invencible.

Bautista y Lorenzo ganaron ayer con la calidad, firmeza y estilo que solo está al alcance de los elegidos. Esos dos títulos están ya en el saco, pese a que todavía restan por disputarse cinco grandes premios (Malasia, Australia, Japón, Portugal y Valencia), es decir, 125 puntos.

LA CORONA MAS DIFICIL El tercer cetro, el que más cautiva al mundo, el que corona al mejor de los mejores, al rey de reyes, el título de MotoGP, también es posible. Y más después de comprobar de lo que fue capaz, en la República Checa, el pequeño pero inmenso, el juguetón pero mosquetero, el silencioso pero aguerrido Pedrosa. El discípulo de Alberto Puig se peleó, por vez primera en todo el año, en su primer año en MotoGP, con Valentino Rossi, el heptacampeón al que los niños han colocado contra las cuerdas.

El doctor se tambaleó pero, sacando fuerzas de donde no las tenía, acabó imponiéndose al tricampeón catalán. Ninguno de los dos, líderes de dos generaciones distintas, pudieron alcanzar a un prodigioso Loris Capirossi, que dominó de principio a fin la carrera de la máxima categoría, pero la prueba checa los puso a ambos, a Rossi y Pedrosa, en el balcón del título. Tras lo visto ayer en Brno es muy difícil, demasiado, que Nicky Hayden, aún líder del certamen, sea el nuevo campeón.

Se diría que Bautista lo tiene demasiado fácil. Tanto que ni siquiera hace cálculos. "Le he dicho que piense en el título, pero ni caso", decía compungido, temiendo lo peor (¡será iluso!), Jorge Martínez, Aspar, jefe del chico de Talavera de la Reina. Bautista salió a ganar. "Como seguiré haciendo en las carreras que restan, no quiero pensar en el título ni comerme el tarro haciendo cuentas", explicó.

Dicho y hecho. En cuanto pudo se fue y, al final, cuando el finlandés Mika Kallio, el único que puede amargarle el cetro ¡y eso que está ya a 69 puntos!, le dio alcance, en lugar de conformarse con la plata se fue a por todo el oro y jugó al gato y al ratón con el gélido piloto de KTM, al que acabó batiendo sobre la misma línea de meta.

Si el título de Bautista está descontado ya, el de Lorenzo lleva camino de convertirse en una realidad en cuanto el rebelde mallorquín quiera. Al joven piloto ahora le llaman el chico de oro porque ayer estrenó guantes y botas doradas a lo Ronaldinho. Ayer, en Brno, protagonizó una mala salida --típico en él--, pero en tres suspiros ya era líder.

Lorenzo se fue cuando quiso (al final) y como quiso (con tres giros prodigiosos). Ganó de calle y la diferencia con respecto al italiano Dovizioso, que fue segundo, es ya de siete puntos. "En Mugello estaba a menos 29 puntos; ahora tengo siete de ventaja y a Dovi persiguiéndome. Voy a seguir ganando porque es la única manera de ser feliz y aspirar al título", dijo Lorenzo.