Celos? Ni lo piensen. ¿Contagio? Algo de eso hay, claro, no dejan de ser deportistas de élite, la flor y nata del deporte mundial. ¿Mimetismo? Ni que decir tiene, pues ganar a lo mundial es lo más grande y es lindo copiar gestas así, aunque sean a menor escala. ¿Felicidad? A su nivel, idéntica, aunque ellos son conscientes de que, pese a reunir ayer a 98.477 espectadores, inundar las calles con un millón de seguidores no es empresa fácil.

¿Complicidad? Por descontado, ya vieron cómo daban saltos de contentos, sabedores de que estaban haciendo felices a millones de españoles. ¿Imitación? Cómo no: Toni Elías lució la bandera española en la vuelta de honor, Alvaro Bautista pintó su casco rojigualdo y Dani Pedrosa lució, en el podio alemán, el último modelo, estrella mundialista incluida, de la camiseta de la selección española de fútbol.

Está visto que los españoles van a tener que conformarse, de momento, con recibir solo alegrías del deporte. Ilusión para la mente, escaso consuelo para el bolsillo. La demostración de poder protagonizada por Marc Márquez (125cc), Elías (Moto2) y Pedrosa (MotoGP), más el dominio ejercido por Jorge Lorenzo en el Mundial de la categoría reina, se suma a un julio, a un 2010, a una era repleta de triunfos, de gestas y, sobre todo, de dominio. Esos muchachos convirtieron las laderas de Sachsenring, en la antigua y triste RDA, en el teatro de los sueños para el motociclismo español.

ARRASANDO Porque esa pandilla de chicos de entre 17 y 27 años no solo se entretiene en poner en fila y marcando el paso a los mejores pilotos del mundo, sino que controla, a placer, los tres campeonatos. Márquez, que logró su quinta victoria consecutiva en 125cc (solo Valentino Rossi, cómo no, con seis, y Angel Nieto, cómo no, con siete, han conquistado más), aventaja a Pol Espargaró, segundo en el Mundial, por 26 puntos.

Por cierto, Polyccio (otro crack catalán) se cayó cuando, faltando dos vueltas, peleaba por la victoria con el leridano. Se cayó, se levantó y se fue tan cabreado a su boxe que rompió de un puñetazo la puerta de su camión. Así de bravos son ellos. Un dato más sobre Márquez: le regaló la victoria número 100 a la popular y laureada fábrica catalana Derbi.

De Elías, ni les cuento. Habitante permanente de su particular montaña rusa, ya me entienden, un año en 125cc, otro en 250cc, otro en MotoGP, otro en Moto2, una temporada gana, otra arrasa, pero nunca campeona, les podría relatar historias maravillosas. La de ayer, por ejemplo, no pudo ser más ejemplar. Cruzó 11º la línea de meta en la primera vuelta y, en un plis plas, se desayunó a todos sus adversarios, incluido el italiano Andrea Iannone, el coco de la categoría dado el torpedo que maneja del que, incluso, se ha sospechado que esté trucado.

GRAN ELIAS Elías, que no ganaba desde Le Mans, hace ya dos meses, le saca ya, ¡ojo al dato!, 42 puntos al segundo del Mundial, el suizo Thomas Luthi que, encima, rodó por los suelos, como otros 17 pilotos. Y eso que, al final, San Pedro decidió no aguarnos la fiesta y, pese a que el cielo lucía como si se le hubiesen quemado las galletas, no derramó ni una gota sobre el circuito.

Crece Márquez, se retuerce

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