A mi edad y con cosquilleos. Estaba en el palco del estadio de Innsbruck cuando, de pronto, suena el himno español. Miro a mi derecha y ¡zas! ahí estaba Fernando Hierro. Y, claro, pensé la de veces que hemos vivido ese instante juntos. Pero abajo, en el césped, esperando meternos en cuartos. No hubo manera de quitarme ese minuto de encima. Bueno, sí, cuando grité "¡goooool!".

Un golazo que no supuso tranquilidad

No pudo empezar mejor el partido. Tampoco pudo continuar peor. Fueron dos sensaciones extrañas dentro del mismo periodo de juego, el primero, en el que España cobró ventaja con ese piececito milagroso y oportuno de Torres y se puso a sufrir durante la última media hora por ese descontrol del control habitual que marcan nuestros centrocampistas, con situación y toque.

Los sabios, que hay un montón, dirían que se veía venir el empate sueco, pero la verdad es que los rivales controlaron esa última media hora, cruzaron el área de Iker, pero el meta madridista no tuvo que hacer ni una sola parada de mérito. El gol fue obra de ese talentoso gigante al que llaman Ibra. No más.

Relevo decisivo enel centro del campo

Y si se aprende, se puede rectificar. Y Luis, que ya había empleado un cambio por la lesión de Puyol, se lo jugó todo a una carta con el doble cambio de Xavi e Iniesta por Cazorla y Cesc. Y le salió redondo, lo que demuestra que hay banquillo, que Cazorla es un tipo vivaz, que inyecta intensidad al juego español y que Cesc puede y debe mandar en el equipo. Nada de todo eso, ¡ojo!, cuestiona la titularidad de los dos pequeños azulgranas, que son bocado aparte, gentes del 4-1, recuerden.

Ese relevo vino añadido de algo tan español como insistir, insistir e insistir. No dar un balón por perdido y saber que esto dura lo que dura, es decir, más de 90 minutos. Los suecos creyeron que ya tenían el empate y, tras simular una falta inexistente, murieron con un control providencial, cómo no, de Villa y un golazo mortífero. Un gol que premia a quien más se lo mereció. Al mejor, vamos. Porque hubiese sido injusto que Suecia hubiera empatado.

Una selección que tiene de todo

El partido dejó cosas lindas y, sobre todo, enseñanzas que nos permiten seguir soñando. Yo quiero recordar que Villa cazó tres el otro día y ayer metió el decisivo. No me extrañó, luego, oírle decir que prefiere uno en el 93 que tres durante los 90.

Segunda pequeña reflexión. Se acuerdan del escándalo Torres, ¿no? Pues me río yo de esos escándalos. Bobadas. Luis Aragonés sabe que Fernando Torres es su hombre.