En el baúl de Manuel Parra hay camisetas del Real Madrid, Sporting de Gijón, Cerro de Reyes, Sporting Villanueva, Badajoz, Mérida, Jerez, San José Promesas, Valdelacalzada y, la joya de la corona, de la selección española. Actualmente, colgada en su armario tiene la del Calamonte, la que se enfunda cada domingo. Es un auténtico trotamundos del fútbol.

Sus primeras patadas a una pelota comenzaron en Arroyo de San Serván, su localidad natal. Muy pronto, canteras potentes del fútbol extremeño se fijarían en él. «En mi tercer año de alevín me fui al Extremadura y con ellos jugué el ‘Torneo de Brunete’, de Canal Plus. Seguí en Almendralejo hasta los 15 años y me llamó el Madrid», rememora este trotaequipos.

Siendo un adolescente y con un sueño por delante, emprendió su aventura en la capital española. «Me fui solo y volví a mitad de la segunda temporada, quería estar con mis padres. Me ayudó mucho a madurar con tan solo 15 años. Pedí la carta de libertad, pero no me la dieron. Eso sí, me pusieron todas las facilidades para llevarme a mi familia allí el tercer año», explica.

Portando el brazalete del equipo blanco, en División de Honor, recibe la llamada de la sub-16. «Es un orgullo que no se puede explicar. Cuando oyes el himno antes de un partido, por mucho que lo quiera explicar es mejor sentirlo».

Al igual que en el Madrid, Parra es también el capitán de la Roja. Como anécdota, Parra presume de ser el primer capitán de Gerard Piqué en la selección en el 2002. «Ya tenía buena salida de balón y mucho desparpajo. Era cómo es ahora mismo. Y yo, supongo que estando ahí, era un poquito mejor que ahora», recuerda entre risas.

Suerte y positivismo

Como todo en la vida, el fútbol también requiere de suerte en momentos concretos. Parra no la tuvo. «Me llega una lesión de tobillo en una mala época. Estaba haciendo un gran año y estábamos a las puertas de un Europeo con España, un gran escaparate. Además, Camacho también me llamaba para entrenar con el primer equipo del Madrid, pero nunca llegó la oportunidad».

Por otro lado, su filosofía de vida es ser siempre positivo y nunca negativo. “No es ninguna dessilusión no haber llegado a la élite. Yo me adapto tal y cómo viene la vida. Intento sacar siempre lo positivo. He luchado por algo que no ha llegado, pero el día a día sigue, y hay que seguir adelante», apunta Parra.

Vuelta a casa

Tras su periplo por Madrid y Sporting, Parra vuelve a Extremadura. Reconoce que guarda «muy buenos recuerdos» del Cerro y del Sporting Villanueva.

Casualidades de la vida, el blanco vuelve a ponerse en su camino. Manuel Parra está siendo la sensación en el inicio de temporada del Calamonte gracias a su golpeo exquisito desde cualquier lugar del campo. «Hay cosas que se tienen y otras que se entrenan. En el Madrid teníamos una jugada ensayada y consistía en sacar de centro y pegarle a puerta, y quien disparaba siempre era yo», comenta.

Un arroyando defendiendo la zamarra del Calamonte. Algo extraño, debido a la rivalidad entre las dos localidades. «Al principio recibí los típicos comentarios, pero ahora mucha gente de Arroyo de San Serván viene a ver al Calamonte. El mayor detalle es que mi padre se ha hecho el abono», relata entre risas.

Es feliz y se le nota, aunque el arranque no ha sido el deseado. El Calamonte inicia ahora su particular Tourmalet. Hoy el Don Benito a domicilio (20.00 horas) y el jueves, el Cacereño.